viernes, 12 de agosto de 2011
Jesús y las artimañas de sus adversarios
La experiencia le ha enseñado a Jesús la maldad de sus adversarios. Conoce ya los recursos arteros con que, una y otra vez, intentan ridiculizarle, los fariseos. No eran todos así, pero llega ya a ser una costumbre el modo engañoso con que suelen dirigirse a él, por más que disimulen sus artimañas.
No todos son así. Los hay buenos y malos. Pero lo más llamativo no es la velada malicia de sus detractores, sino la aparente indiferencia de Jesús, que ni se molesta, porque prefiere aprovechar la ocasión que le brindan y la expectación que se crea en torno, para enseñar a quien le escuche, cuán torcida es la interpretación que se hace de los deseos de Dios por quienes se aman más a sí mismo que a él.
Jesús es práctico. En esta ocasión, contra la opresión sufrida por la mujer, desde el concepto de inferioridad que se le achaca en la cultura hebrea, él se alza como su abogado inapelable. De hecho, nadie le replica.
Divagación: Hablar con los animales
El lenguaje testimonia los usos de cada momento reflejados en él. Nuevos usos requieren palabras nuevas que los designen, y al revés, cuando desaparecen, el desuso borra también las palabras con que los denominábamos.
El hombre ha gustado siempre de hablar con sus animales domésticos, el perro, el minino, el caballo. San Francisco habló y domesticó al lobo con la amabilidad de sus palabras. Hubo un lenguaje muy escueto con que el arriero se entendía con sus bestias, arreándolas para que arrancaran y deteniéndolas con interjecciones al uso. La interjección ¡arre!, que en definitiva es un imperativo con que se le mandaba al animal que se pusiera en marcha, dio sentido a al término arriero con que se conocía al acemilero que así se expresaba y al verbo arrear, que nombra el uso de tal mandato. La palabra ¡soo!, con que se ordenaba al animal que se detuviera, carece de derivados que yo sepa.
Uno piensa si ese stop de ascendencia inglesa de los cruces en carretera, no es la versión automovilística del hace tiempo, asendereado ¡soo! El lenguaje electrónico, a su vez, ha tomado también del inglés las palabras arrieras on y of.
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