sábado, 10 de marzo de 2012

El hijo pródigo

Al hijo, pródigo en dilapidar alocadamente su peculio, el fracaso le hace volver en sí y regresar a los brazos comprensivos del padre, que celebra gozosamente su recuperación. Sólo el hermano se muestra contrariado, incapaz de comprender el natural amor de un padre, que día tras día, salía a otear la lejanía, deseoso de adivinar el posible regreso del hijo. Demos a Dios, nuestro Padre divino, la satisfacción de volver a él en contrita y diaria conversión.


Reflexión: Responsabilidad ante la historia

Todo acontecimiento tiene una razón de ser. El historiador no se limita a constatar hechos, sino a interpretarlos investigando el impulso que los alienta y les da sentido. Las cosas no son por nada. Hay un entorno que las circunstancia y condicionsa. De ahí la malicia redomada de quienes tergiversan, embrollan y enmascaran la memoria de lo realmente acontecido, embelecando a terceros, desde propósitos que callan y disimulan; y si los silencian, es porque resultan inconfesables. Se entiende que, a menudo, sean intereses sectarios los que se interfieren para adulterar la verdad histórica, avergonzados de su culpabilidad en la realización de acontecimientos que desdicen de su honorabilidad. Es lamentable esta clase de subterfugios engañosos. Tenemos derecho a saber la verdad, mal que pese a algunos. Tratarán de evitarlo a todo trance; sólo que, a la larga, la verdad histórica acaba por imponerse.


Rincón poético

NO TENGO MIEDO

Me tiraron de la lengua
para que hablara.
Yo te confesé muy alto,
porque te amaba.
No tengo miedo.
Tú pusiste en mi garganta
todo mi aliento.

Algo sentí al intentar
testimoniarte;
un impulso que ni sé
de dónde nace;
un frenesí
que nos transe con la lanza
que te hirió a ti.

Cuántas veces he pensado
qué ocurriría
si otra vez me acorralaran
nuevas insidias.
En mis aprietos,
siempre me encontré contigo.
¡No tengo miedo!

(De Invitación al gozo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario