Una seria advertencia. Como si dijera: Dios os puso en primer lugar, pero si me excluís a mí, su enviado, quien ahora os excluye a vosotros soy yo.
Es una advertencia a la que hay que prestar oídos muy atentamente y con preocupación: no excluyamos nunca a Jesús de nuestras preferencias, de nuestras vivencias cotidianas, porque corremos el peligro de ser excluidos por Dios. Y esto es grave, muy grave.
Tablas de lavar
Resultan entrañables aquell

El tiempo arruina costumbres y castillos. Ya nadie lava o apenas. Lo hace muy cumplidamente la flamante máquina lavadora. Y el río ha quedado solo.
Rincón poético
LA SERVICIAL ACERA
La acera sabe el peso
de la ciudad entera.
Pasos acelerados,
lluvias, saltos, peleas...
Es la espalda de todo.
¡Qué sufrida la acera!
Todo el mundo la pisa,
la suciedad la afea;
es el perro sumiso
que todos apalean.
Y en su misma humildad,
como quien no se entera,
aterida de frío
o ardiente, al sol, acepta
ser vasallo de todos,
por más que a nadie representa.
De lo pequeño, dice
bien siempre su modestia
y el ser para los otros
sin pedir nada a cuenta,
servicial atributo
que no todos aprecian
en un mundo confuso.
¡Qué sufrida la acera!
Merecía un tributo.
Hoy me he acordado de ella.
(De Invitación al gozo)
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