martes, 30 de abril de 2013

La paz de Jesús



         En el momento en que Jesús desvela inesperadamente la traición de que va a ser objeto, una sensación de agobio cae sobre sus discípulos. Nadie podía imaginar que uno de ellos fuera capaz de tramar por dinero ni por nada la entrega de Jesús a sus adversarios. Y en cuanto advierte Jesús la desazón que se ha apoderado de sus discípulos, les tranquiliza haciéndoles donación de su paz. Yo os doy mi paz, les dice; os hago partícipes de mi paz.

La simple ausencia de crisis no garantiza que no nos pueda sorprender un ramalazo repentino de contrariedad que nos deje desarbolados. La paz de Jesús es un respaldo sólido e imperturbable Pero,¿cómo se logra esa paz?
Se trata de un don del Espíritu Santo. Jesús no se limita a desearles la paz como quien hace un saludo, sino que la da, por eso, porque es un don. Os la doy Yo, dice Jesús. En seguir a Cristo y ser files a sus mandatos, está la fuente de la paz que él nos transmite, mediante el Espíritu. Que él nos dé su paz un día sí y otro también.


                                           Reflexión

                                                                Compartir el pan

El que comparte su pan con otro lo convierte en compañero. La palabra compañero proviene de cum-pane. 
Al hombre oriental le define su hospitalidad, pero aún más el compañerismo en que acaba esa hospitalidad. Hay un signo que lo dice todo: compartir el pan, comer dos del mismo pan. O sea; compañero es aquel que come del mismo pan con otro. Y ahí radica la queja de Jesús contra quien ha estado comiendo amistosamente con él del mismo pan como un compañero más y es capaz de traicionarle de tan taimada manera. No hay villanía mayor.
El pan tiene la virtud de socializarnos, de hermanarnos, ya que hace entrar en amistad íntima y en comunión fraterna a unos con otros. Comulgar todos con el mismo pan que es Jesús mismo,  nos hermana en su carne y su sangre, por el Espíritu.  
No traicionemos nosotros a nuestro amigo y compañero, porque semejante vileza nos haría reos de muerte y desesperación definitivas. Vender a Jesús como se venden unas alpargatas, es delito infame de alta traición que nos excomulga.


     Rincón poético

                SED LUZ

Sed luz del mundo -aconsejaba
a los suyos Jesús-, que desvanezca
del corazón del hombre la tibieza
del que mira con ojos entornados,
en las cosas, las huellas alfareras
que así las modeló.
La luz les hará ver que hasta hay verdades
que hablan de su bondad
en los rincones de su corazón.
Viven a media luz, a media tarde,
al indolente borde del cansancio.
La noche necesita un alba nueva,
un trémulo relámpago que transa
de coruscante luz la oscuridad.
Sed luz. Poned en pie
la luz que irradie vuestro mismo ardor 
e iluminad el corazón del hombre;      
que abra los ojos para ver a Dios.

(De El almendro en flor)

lunes, 29 de abril de 2013

Bienaventurados los sencillos


Jesús siente preferencia por los desvalidos, los marginados, los menos favorecidos por la naturaleza. Los sabios, pagados de sí, no entran en esa categoría de personas que tienen en menos a la gente humilde y a Jesús mismo. Desde su  altivez, los presuntos sabios se niegan a aceptar la palabra de Jesús, que además va con pobres y pecadores, todo lo contrario de lo que debe hacer un Mesías.
Es la razón por la que Jesús da gracias a Dios de que abra los oídos de la gente sencilla a los misterios de su palabra, y sobre revelarles las verdades de Dios, está pronto a  acogerlos cuando la vida se les haga difícil: Venid a mí los agobiados, les dice acogedoramente, en tanto que da de lado a los autosuficientes. Ya tienen bastante con el placer engominado de su sabiduría.
Escuchémosle nosotros con humildad. Sólo así se fijará en nuestras carencias y necesidades.




                                Reflexión

                                   Dejar que Cristo sea en nosotros


Cristo es un invento de Dios. A Jesús lo inventa infinitamente Dios en su corazón, por eso es todo amor. El hombre intenta inventar a Jesús en el suyo, limitadamente. A Dios no lo modelan las manos del hombre, 
aunque el barro sagrado sea de una Virgen singular. No se puede decir, entonces, alegremente de un santo que es otro Cristo. Cristo sólo hay uno. Pero sí puede identificarse uno con él en tal grado que lo parezca.
En la medida que Cristo viva en nosotros, somos menos nosotros mismos y él es más, ocupando el espacio que le cedemos a él con el corazón en la mano. En ese sentido, sí. Francisco de Asís fue otro Cristo, 
prodigiosamente.

        Rincón poético

LA BELLEZA DE LA VERDAD DIVINA

Tu verdad me seduce,
su esplendidez me ofusca 
como la luz a una polilla.
Tu infinita verdad, que me declara
tu belleza entrañable, tan cercana
a la eterna belleza del amor.
¿Quién podría abarcarte? ¿Con qué abrazo
te ceñiría nadie la cintura?
Quienes no te sabían, confundieron
tu verdad con la suya, sombra apenas
que reptaba taimada
por yermos de aridez.
Ceniza de verdad 
es la del hombre que no entronca con la eximia belleza del Señor;
meros vislumbres de sabiduría,
evocaciones de su luz.
No hay belleza en los trozos
de fina loza de un lekitos griego.
No rompamos entonces la vasija esplendorosa.
La luz con que Dios ata sus recónditos
misterios es Dios mismo.

(De El almendro en flor)

domingo, 28 de abril de 2013

Última voluntad de Jesús:


Jesús prevé el desconcierto que con su muerte sobrevendrá sobre sus discípulos y les alienta a mantenerse firmes ante la adversidad. Que no tiemble vuestro corazón, les dice para alentarles. Y les adelanta el modo de lograrlo, creyendo firmemente: Creed en Dios, les dice, y creed en mi.
Una fe robusta a prueba de contratiempos, es un buen tutor para sobrellevar los obstáculos mas adversos. La fe es el escudo que hace valientes de los espíritus más débiles y decaídos. Si el hierro se templa al fuego, el carácter se fragua en el yunque de la fe, de modo que los martillazos más enérgicos le dan forma y consistencia.
En un momento tan perturbador, es enternecedor ver los modales de extrema delicadeza de Jesús en el trato con los suyos, en un discurso con que les da pautas para seguirle hasta donde él va. Pero, ¿qué camino es ése , si ni siquiera se sabe dónde va Jesús por él? Yo soy el camino, la verdad y la vida, responderá él. Mi enseñanza, las verdades con que he ilustrado vuestra fe, el amor que os tengo y habéis de tenerme a cambio, son el camino que habéis de andar, porque es el que he andado yo primero.
        Sigue el camino que va al Padre quien ama a Jesús y ama al prójimo con la medida del propio amor, teniéndole a él como ejemplo inmediato, definitivo y perfecto, limpio espejo en que mirarse, como él se ha mirado siempre en el Padre.

Reflexión

La luz de la vida y de la verdad

Jesús es la luz que nos vivifica, como se dice en el prólogo de san Juan, y asimismo es la luz de la verdad. Diríase que su verdad es vivificante y luminosa a un tiempo. Cuando Jesús dice que quien cree en él, no anda en tinieblas, está enseñándonos que la fe en sus verdades son luz que ilumina el camino que va al Padre por el camino que es él. De hecho, avisa  a sus discípulos que, para no desmoronarse cuando le vean crucificado, el remedio es creer. Creed en Dios; creed en mí.


Rincón poético













LA PALABRA NOS JUZGARÁ

Por tus palabras conocemos
la bondad infinita del Señor. 
Tus palabras nos dicen entrañables
verdades de tu amor.
¡Qué atrevimiento rechazarte,
ajenos al silbido de tu voz,
quienes desconocían
tu verdadera condición!
¿No saben que pronuncian tu palabra
los labios del Señor?
Tu verdad es la misma
verdad que sabe Dios.
Una verdad que puesta en pie
como un río de lava arrollador,
como la enhiesta luz de un faro 
o el grito de un volcán atronador,
alumbrará las nieblas del engaño, 
los embelecos de intento seductor, 
el disimulo, la doblez que trama 
la apariencia y el artificio engañador
que pisotea la autenticidad.
Tu palabra, Señor, 
que desoyeron displicentes
ha de juzgarles en compensación.
Sé clemente con ellos.
No los mires, Dios mío, tal cual son.
Míralos con los ojos compasivos
con que trataba al hombre tu perdón. 

(De El almendro en flor)

sábado, 27 de abril de 2013

Identidad del Padre y el Hijo


El Padre y el Hijo son una misma cosa en cuanto a la divinidad, identificados por el común Espíritu de ambos, que los comunica en el amor. Iguales, por tanto, espiritualmente, no son los ojos de la cara, sino la fe la que puede ver al Padre en el Hijo. Identificado con el Padre, puede dar todo lo que le pidan a quienes acudan a él con fe o le pidan al Padre en su nombre. En ese sentido, la Carta a los Hebreos dice de él
que es el único mediador, en cuanto nadie puede parecérsele, hombre y Dios al mismo tiempo. 
En nuestras necesidades y las de los demás, acudamos a Jesús con toda le fe del mundo. Jesús todo lo puede.

Reflexión

Tu eres el Santo

¿Qué quiere decir eso del Santo consagrado por Dios? Confesar a Jesús como el Santo, es aceptarle llanamente como mesías manso y humilde, en oposición a quienes le abandonan decepcionados, porque esperan que tome partido, como guerrero invencible, por un alzamiento victorioso contra el invasor romano. Frente a ellos, los Doce creen y reconocen en él al ungido por Dios, al Santo de Dios, por más que todavía desconocen su misterio salvador.
Creamos también nosotros en su persona y aceptemos el misterio de su oculta condición.

Rincón poético

     SAN ISIDORO

¿De dónde obtuvo Isidoro
tanta luz, tanta verdad?
Sabe lo que le enseñaron
y lo que supo alcanzar.
Fuentes de sabiduría
que son de todos, quizás
sucede que las frecuenta
quien ya es sabio nada más.
Isidoro llegó a todo
cuanto se puede llegar.
Bebió en la letra sagrada,
nunca dejó de admirar
cuanto los hombres desvelan
o se exprime en el lagar
de los frutos de este mundo
y lo que el mundo no da.
Sus saberes le acercaban
a la suprema verdad
de Dios, por esa escalera
por donde vienen y van
dones con que el sabio ve
lo que no ven los demás.
Enséñenos a saber
del santo su mismo afán. 

(De El almendro en flor)

viernes, 26 de abril de 2013

La sal y luz de la tierra



Jesús espera de sus discípulos que actúen como sal de la tierra desde la ejemplaridad de sus buenas obras, la más eficaz manera de predicar el contenido de la enseñanza que ha venido impartiendo entre ellos, porque el testimonio activo es más incisivo que las palabras. Han de ser igualmente luz del mundo que suscite, desde lo más alto, la fe en su enseñanza e irradie su nítida claridad sobre los hombres. El conocimiento del misterio de Cristo moverá al hombre a mirarlo con altura de miras, impulsados a dar gloria a Dios

Que no nos falte la necesaria luz para dar siempre con él en los inevitables  momentos en que también nosotros choquemos con las tinieblas de los bajos criterios de este mundo.

Reflexión

Hombre y divinidad

Yo y el Padre somos uno. Una confesión de identidad que define a Jesús desde su más alta categoría, la de su divinidad. El Padre y él son una misma cosa, son consustanciales, que decía la teología tradicional. La divinidad le es propia y la disfruta en comunidad con el Padre, premisa que Jesús propone para subrayar que el Padre no puede menos de respaldar su obra. En otro lugar dirá de similar manera que todo lo del Espíritu Santo es suyo. El Espíritu es quien le inspira las verdades que desvelan los misterios divinos. A nosotros  nos place destacar tan relevante y hermosa revelación. 

Rincón poético

DESPEDIDA

Jesús se va 
dolorido
sangrándole el corazón.
El hombre así
lo ha querido.
¿Sabrá que Jesús es Dios?

Hay una cruz
que te aguarda
alzada en tu corazón.
Si no es así,
¿cómo tardas
en merecer su perdón?

Jesús se va
poco a poco;
lejos de tu compañía.
Sólo un necio, 
sólo un loco
no impide su despedida.

Vete con el
donde el va
con tal determinación,
que desee 
regresar
contigo a tu corazón.

Cuando vuelva
jubiloso
a cambiar tu condición
te sentirás
tan dichoso,
que no cabrás de emoción.

Dale gracias
en tus preces
por gracia tan singular.
Es un don que
no mereces.
No se te olvide jamás.

(De El almendro en flor)

jueves, 25 de abril de 2013

El servicio


Jesús está dando fin a la obra que le ha encomendado el Padre y en esta ocasión convierte sus propios gestos en parábola, lavando los pies a sus discípulos, mientras les recomienda que se muestren siempre humildes y serviciales. 
        Es ése uno de los temas que con más interés inculca Jesús a sus discípulos. La vida del seguidor de Cristo se fragua en el servicio, porque, como él, somos para los demás. Quien se reserva para sí y se prefiere a sí mismo, no puede ver a Jesús en los ojos y las manos indigentes de los otros, ya que no sabe amar, y quien no sabe amar no es ni siquiera humano, y quien no es humano, no es de Cristo, que se humanó y se dio todo entero por amor.
Procuremos nosotros no parecernos a quienes consideran el servicio a los demás una indignidad o una bajeza. Servir es amar, y el amor es lo que engrandece toda buena disponibilidad.

Reflexión


Mi vida entrañada en la de Cristo

Juan en su evangelio nos hace ver el proceso de nuestro entrañamiento en Cristo. Alimentarnos comiendo y bebiendo el cuerpo y la sangre de Cristo resulta una expresión aberrante para quien se empeña en entenderla literalmente. Nos alimenta espiritualmente la realidad de Cristo mediante la participación de su vida, comulgando con él e injertando nuestra vida en la suya, al modo como se alimenta él mediante la vivencia del Padre. Cristo vive para, por y con el Padre; nosotros hemos de vivir para, por y con su Hijo, lo que avala prologar nuestra realidad espiritual más allá de nuestra muerte, resucitando con él.

Rincón poético

      EN TU MISMO FUEGO

Aunque no alcance nunca a columbrar del todo
 la intensidad con que nos quieres,
aunque no logre imaginar
tu bondad sin orillas, aunque absorto
me maraville al entrever,
traspuesto, mi Señor, por el asombro,
con cuánto amor nos amas y con cuánto
te hemos de amar nosotros, 
no es posible medir tu amor sin tasa
ni amarte de tal modo
que alcance a ser del tuyo
una sombra, pero es más fácil todo
amando con tu mismo amor, reflejo
del fogonazo de tu amor al rojo.
Prende el tuyo en mi sangre, en mis latidos,
en mi voz , en mis ojos.
Brasa tuya seré,
tea en tu fuego y ascua en tu rescoldo.

(De El almendro en flor)

miércoles, 24 de abril de 2013

Jesús, figura y palabra del Padre


El padre envía a su Hijo al mundo para justificarlo y darse a conocer. Jesús no habla por hablar ni sus palabras son ruido de palo. Revela muy seriamente lo que el Padre quiere hacer saber al hombre. Y no hay diferencia entre lo que el Padre quiere y busca Jesús, porque hay total identidad entre ambos, de modo que quien le escucha a él, escucha al Padre, quien le ve a él, ve al Padre, quien le sigue a él, cumple la voluntad del Padre, de quien es imagen fiel.
Sus palabras, nacidas del corazón de Dios, iluminan y dan vida y calor, como la luz del sol calienta y vivifica las cosechas. Quien renuncia a escuchar su voz, se hunde en las tinieblas de su propia muerte. Somos libres de optar por él o por la estrechez de nuestras limitaciones, pero en todo caso, somos responsables de nuestras determinaciones, y la sabiduría de la divina palabra será el estrado de nuestro juicio. 
Entre el amor y el egoísmo, el amor brilla con todos sus atractivos. El amor es el mayor y más bello de todos los prodigios. También en eso nos hizo Dios a su imagen y semejanza.


Reflexión

Carne y sangre como alimento del nuestra vida espiritual

El que coma de la carne de Cristo y beba su sangre, será resucitado por él. La carne de que hemos de alimentar nuestra espiritualidad es la realidad de Cristo, con quien debemos identificaros, encarnarlo en nosotros; la sangre es el misterio de su muerte y resurrección, que hay que creer para resucitar a Cristo en nosotros. Y en todo caso, es el Espíritu de Cristo quien nos vivifica con tan admirable sacramento.


Rincón poético

      MI CAMINO

Qué fácil es, cuando la noche
guarda en su delantal luna y estrellas,
perder el polvo humilde del camino;
pero el camino está.
Qué fácil no encontrarte
cuando la luz se apaga
y no alcanza la fe, tambaleante,
a recobrar el tino.
No saber donde estás, deja confusa
la senda al caminante,
si adelanta o regresa,
si se acerca o desvía.
Tu verdad es la luz; la incertidumbre,
la inconsistencia del camino.
Dime por donde queda 
el tuyo y dónde estás. Te necesito
como la caracola el mar.
Alimenta mi fe con tus bondades.
Encenderé mis noches más cerradas
a fuerza de creer, si vas conmigo.

(De El almendro en flor)

martes, 23 de abril de 2013

Jesús en el templo

         El pasaje evangélico de hoy incide en el de la Dedicación del templo, el 25 de diciembre. Durante la fiesta, las autoridades le piden que les dé muestras de que él es el Mesías, y Jesús les reconviene diciéndoles que, a diferencia de ellos, lo tienen muy claro quienes forman parte de sus seguidores, a lis que se lo ha venido declarando con palabras y obras. Si ellos no son ovejas suyas es porque no son capaces de dejar de ser como son, situación que les impide conocer la novedad del reino que él viene anunciando.  
      La radicalidad de tan mediocre distanciamiento se instala en la dificultad de dar razón de los signos prodigiosos con que Dios señala al Hijo con el dedo. No alcanzar y acaso, para evitar enojosos compromisos consigo mismos, ni quieren explicárselo, pero afincados en una costumbre inveterada, se mantienen remisos en aceptarlo. Es lo más cómodo.
        A ese estamento de pereza mental pertenecen cuantos, por norma, se cierran a todo lo divino y trascendente, a veces de manera tan superficial que dejan de creer porque hay también otros que no creen. Hay que responder con nuestro testimonio, porque somos muchos los que tenemos la suerte de creer, haciendo presente a Cristo en nuestra vida.

Reflexión

La escala hacia el conocimiento de Dios


        Conocer algo induce a valorarlo en su justa medida. No podemos justipreciar ni estimar lo que no conocemos. Dios es inestimable, porque es infinito en todo. Hay que tratar de conocer sus misterios para estimarle en algo. Y hay una vía: conocer las verdades que nos desvela Jesús.
        Muy oportunamente nos dice él que quien escucha las verdades entrañables del Padre, entrando en conocimiento de los divinos misterios, se encamina hacia él, que es la verdad, palabra con que el Padre nos informa sobre el misterio de su Hijo. Escuchemos, por tanto, la divina palabra; entremos en el conocimiento de Jesús, que como un imán, nos atraerá a él irremisiblemente.

Rincón poético

      CONVERSIÓN

Conviértenos, injerta nuestras vidas
en tu dolor. No sufras solo
cuando el pecado de la cruz es nuestro.


No sabría entender
que quien te bese, Señor crucificado,
devoto tus rodilla,
no venere rendido en la madera
de la cruz, como suyos, los desgarros
que masacran tu cuerpo.
No tacha bien el arrepentimiento
los deslices que manchan su memoria,
si no nos dueles tú, como a quien duele
un dedo hurgando en enconada herida.
Conviértenos de modo que nos duela
tu dolor. No llevabas en las sienes
tu corona espinosa; te sangraba
copiosamente, íntimamente,
en los vaivenes de tu corazón.
Conviértenos.
Salpica nuestros ojos con tu sangre.
Que tu dolor nos salve.

( De El almendro en flor)     

lunes, 22 de abril de 2013

El buen y mal pastor

      La curación de un ciego da pie a esta parábola del mal pastor, que asalta los tapiales del redil. 
Los jefes del templo fingen astutamente no entender, al ver que Jesús contrapone la figura del buen pastor, que da la vida por sus ovejas, a quienes han degradado su función dirigente, anteponiendo sus intereses mundanos a los del pueblo de Dios.
El buen  pastor funda sus relaciones con quienes le siguen, en la cordialidad, en la solicitud, en la abnegación, lo que implica un reconocimiento mutuo. Llamar por el nombre a uno, designa la vocación personalizada de cada seguidor suyo. Y Jesús remacha todo ese alegato con una declaración determinante: Yo soy esa puerta protectora. 
En todo tiempo abundan los que entorpecen el camino que conduce a Dios. El ambiente permisivo hacia los jóvenes, el olvido de los valores humanos, el comercio con la miseria y las pasiones humanas, la explotación económica que empobrece al pobre, son ladrones cotidianos del bien común que nos pertenece.
Frente a ellos,  Jesús sigue siendo la puerta que se abre hacia un futuro liberador. Sin sus valores, la humanidad queda encerrada en sí misma, sin horizonte salvador. Busquémosle y vivámosle con la gozosa ilusión de quien, con él, se sabe seguro. La puerta es él.

Reflexión

La singularidad de Natanael

Para un cierto pensador hispano, la transparencia de un individuo carece de singularidad. Depende de lo que se quiera decir con ello. Yo entiendo que Natanael, hombre sin doblez, sencillo, igual por dentro que por fuera, fue un discípulo de vida transparente. Su transparencia, su ausencia de engaño, era su peculiaridad, su vida,  la singularidad raramente demostrable entre la gente, tan propensa a fingir. El aire limpio no se ve, ni el vacío espacial. Y hay cristales sucios y limpios; en unos la singularidad es su suciedad; en otros su limpia claridad, su transparencia. A Natanael se le veía el alma.


Rincón poético

     BEBER MI SANGRE

¿Beber tu sangre, mi Señor, comer
tu carne? ¿Quién lo entiende?
Tus misterios son zarzas encendidas,
inaccesibles, sobre tierra agreste.
No tienen fácil puerta y si te empeñas
en aguzar la vista, se oscurecen.
No es el afán quien los descubre;
la fe tiene la llave providente.

Limpia mi ojos, mi Señor, que vea;
borre tu luz las noches de mi frente,
coincidan mis latidos con los tuyos
como si un mismo corazón tuviesen.
Quiero beber tu aliento, como labio
sediento que de pronto halla una fuente,
hasta entrañarme en ti,
astilla que tu misma llama enciende.
Que tu sangre, corriendo por mis venas,
en comunión contigo, me alimente.
Dame a beber de ti, dame a comer
de tu carne; estaré contigo siempre.

(De La flor del almendro)

domingo, 21 de abril de 2013

El buen y el mal pastor


El amor del buen pastor a los suyos, se opone al trato desabrido que da el mal pastor  a sus ovejas. Jesús procede desde el servicio a los demás; es un objetivo que ocupara toda su vida, de modo que sus apóstoles, como quien hace su epitafio, resumen el hecho de Jesús diciendo que pasó su vida haciendo el bien a todos.
Es un pastor que conoce a sus ovejas y sus ovejas oyen su voz, que es como decir que hacen suyo el contenido de su enseñanza. Es éste el mejor indicativo de su calidad como buen pastor. Conocer de modo singular a todos y cada uno de sus seguidores, quienes a su vez identifican su voz al instante. Hay una perfecta compenetración entre él y sus seguidores, cuya condición no le es indiferente, sino que nos acepta tal como somos. 
Y si a un buen pastor le define su desinterés, el afán por valer más que los demás, tener más que los demás, caracteriza al mal pastor. Su egoísmo no le incita a servir a los demás; se vale de ellos. “No será así entre vosotros, dice Jesús a sus discípulos. El que entre vosotros quiera subir, que sea servidor de los otros, y les encarece, no he venido a ser servido, sino a servir y a dar mi vida por vuestro rescate”
El servicio es la función primordial del buen pastor y ha de serlo de cuantos quieran ser como él. Aprendamos de las buenas maneras de Jesús.


Reflexión

La belleza de Dios

Dios pone en orden todas las cosas que crea, y a esa armonía que ornamenta el mundo lo llamamos belleza. Dios es bello por sí mismo y al crear deja el sello de su impronta en cuanto hace. Bello era el hombre, con una belleza trascendente reflejo de la divina, y vislumbres de ese esplendor brillan en lo hondo de la bondad, del bien, de la claridad que irradian sus verdades, de la paz que el mundo desconoce. La belleza de Dios es una de las esquinas de su formidable grandeza, porque su grandiosidad es inmensamente bella también. Su repudio de la violencia y del pecado, reside en la repugnancia que ocasionan la fealdad y la torpeza.


Rincón poético

EL LADO OCULTO DEL MISTERIO

Hay un cristal esmerilado
que desdibuja tus facciones.
No perciben los ojos
la esplendidez secreta, tus destellos.
Sabemos tu verdad, como conocen
la realidad los ciegos,
y hay que creer en ti tal como quedas
oculto en el fulgor de tus secretos.
Va a tentones la fe por los pasillos
de sus noches, cuando el desasosiego
apaga las estrellas con que Dios
clavetea la estampa de los cielos.
Lo importante es creer, saber que tú
nos das a oler apenas
el primor de una rosa que no vemos
La rosa está, porque su aroma
es la verdad palpable del misterio.
¿Dónde estás tu,
la rosa que va oculta en tus misterios? 
Auméntanos la fe, nuestro candil
con que a tu vuelta, mi Señor, saldremos.

( De El almendro en flor)

sábado, 20 de abril de 2013

La carne y el espíritu


Jesús revela a sus discípulos que habrán de comer su carne, y muchos de ellos, escandalizados, se preguntan que quién cree lo que dice. Jesús, en la respuesta a la defección de algunos discípulos, hace saber que no es la carne, sino el espíritu quien da la vida, que es tanto como decir que no habla de su carne entendida materialmente, sino según el espíritu, ya que la carne no da vida.
En la eucaristía a Cristo lo recibimos vivo y realmente, porque el Espíritu que le hace presente en el altar es más real que la misma realidad material que percibimos con los sentidos.
Que el Espíritu de Jesús nos ilumine para no proceder precipitadamente como aquellos discípulos díscolos que le abandonaron.


Reflexión

La carne mata; el espíritu vivifica

Carne y espíritu conforman al hombre, según la cultura judía en la que creció Jesús. El espíritu nos conduce a la plenitud, porque se identifica con la capacidad de amar del hombre a Dios y al prójimo. Trabajar sólo para la carne, es equivalente a renunciar a los bienes que Dios, mediante su Espíritu, aporta al camino de nuestra salvación, dado que la carne mata, es mortal, en tanto que el espíritu vivifica, imagen del aliento de Dios..

Rincón poético

       ENTRA, SEÑOR

Abre, Señor, mi puerta, no te quedes
al relente, que el frío de la noche
no apague tus deseos
de estar entre los hombres.
Entra, Señor, mi casa es todo tuya. 
Arde en la chimenea
el trozo desmochado de un olivo
y en la mesa dispones
de pan de trigo, rubio como espiga
tostada al sol, y vino, amoratado
como los clavos de tu cruz sangrante.
La silla es de madera
de pino enrojecida por el tiempo,
austera, igual que tu palabra firme.
Caliéntate las manos tiritonas.
¡Que extraña sensación!
¡Un Dios, mi Dios, tan formidable,
tiritando a la puerta de mi casa!
La noche es traicionera;
no te me vayas lejos.. 
Escúchame, Señor:
mi puerta soy yo mismo,
mi corazón el fuego.
Sopesa bien tus preferencias;
pero si todavía 
has de tardar en decidir tu senda,
no dejes de decirme si te vas,
no dejes de decirme si te quedas.

(De El almendro en flor)

viernes, 19 de abril de 2013

Adhesión y rechazo


¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?  Gentes de escaso vuelo no son capaces de trascender las palabras de Jesús, y entienden lo de comer la carne, en sentido literal. No alcanzan a desentrañar el misterio de la palabra de Jesús, y le abandonan escandalizados. No le buscan a él; se buscan a sí mismos. 
  Jesús ha enunciado por anticipado un misterio, cuya realización conocerán sólo quienes crean en él y le acompañen. En el entendimiento de los misterios, no siempre acierta la inexorable lógica de la razón. Hay que comer su carne y beber su sangre, en cuanto es el sacrificio de su muerte lo que nos dará su vida, toda vez que muerte y vida resucitada de Jesús quedan ensambladas en el misterio eucarístico, que hace posible el Espíritu de Dios.
Son tres los efectos de entrañarse en Cristo:
1º, la vida eterna depende de la resurrección. Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré.
2º,  hay compenetración espiritual entre Jesús y quien le comulga. Quien come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él.
3º, la eucaristía es consagración plena a Cristo: Así como Yo vivo por mi Padre, quien me come vivirá por mí.
Nadie pudo inventar  mayor exquisitez que el regalo de su palabra y la eucaristía. No dejemos de darle gracias a Dios por él.


Reflexión

Las cumbres que habita la fe

La fe salva al creyente. No se puede reconocer la presencia de Jesús si no se cree en él. La fe es la evidencia oscura de los misterios de Dios, como la razón es el discurso de la comprensión de las cosas temporales, pero no adivina lo que oculta una colina más allá de sí misma, en la raya del horizonte. La fe apunta más alto y sitúa su diana en el corazón de Dios, gracias a la donación del Espíritu.


Rincón poético

¿POR QUÉ, SEÑOR?

Su amor por los hombres
tritura su vida.
Nunca entenderé
su amor sin medida

¡Si el trigo supiera
que para hacer pan,
una ruda piedra
le ha de machacar!

Sólo que las cosas
de Dios son distintas.
Él sabe el amor
lo que necesita.

Molinos de trigo
multiplica Dios,
que es inagotable
el pan de su amor.

¿Qué ves en el hombre,
dímelo, qué ves, 
que agotas así 
tanto amor por él?

Por amor al hombre 
masacran tu vida.
No puedo entender
tu amor sin medida.

(De El almendro en flor)

jueves, 18 de abril de 2013

El pan de vida de la palabra y eucaristía


        Además de volver sobre el significado del pan de vida, Jesús expone aquí dos temas: el de la gracia, que es la iniciativa del amor de Dios, y el de la libertad, o respuesta del hombre. En cuanto a la gracia, Jesús dice que nadie va a Él, si no es de la mano del  Padre.  Nuestra posibilidad de ir a Dios en la persona del Hijo, es cosa de Dios, es gracia suya. Para lo que  todos serán enseñados por Dios mismo, de modo que el camino es su misma enseñanza, su revelación.
Pero, ¿cómo nos enseña el Padre? Enviándonos al Hijo como lenguaje suyo. Jesús, que conoce a Dios  porque viene de él, es el medio de que se vale Dios para enseñarnos, para revelarse, haciéndonos partícipes de su verdad. Nadie va al Padre sino por el Hijo; nadie va a Jesús sino por el Padre. Padre e Hijo son consustancialmente una misma cosa. Y además, como esa palabra que nos descubre a Dios, es pan de vida que nos nutre espiritualmente, sólo quien la hace suya, sólo quien se identifica con esa palabra eterna, vivirá eternamente. 
Cristo es, porque así lo quiere el Padre, fuente de vida como palabra y sacramento. Bebamos de él tragos de imperecedera inmortalidad. Es nuestra mejor respuesta.


Reflexión

Dos áreas de acción

En la aparición de Jesús en el lago de Galilea, se advierten dos áreas de acción: el mar siempre inseguro, donde faenan en vano los discípulos toda una noche, y la tierra firme donde Jesús sirve un frugal condumio a los suyos. Son dos áreas en oposición. La noche indica la ausencia de Jesús, y sin él fracasan; nada pueden hacer. El fuego que se atisba en la playa es un vislumbre de la presencia de Jesús, con quien todo es posible. Está también la prontitud con que el hombre de fe que es Juan reconoce a Jesús anticipándose a los demás.


Rincón poético

   PAN Y PECES

La efigie de la fe
con sus ojos vendados,
tiene las manos prontas
para multiplicar los granos de la espiga,
tiene presta la red
para sacar, viscosos, agitándose,
los peces a la orilla.
Panes y panes, suculento
yantar para quien sabe que, a tu mesa,
la prodigiosa bendición
de unas manos llagadas todavía,
invocan la presencia del Espíritu.
Dame a comer tu pan, dame del vino
donde late tu sangre vigorosa, 
hechos tu y yo una misma cosa,
embebido de ti como la arena
del mar que la remueve y la penetra. 

(De El almendro en flor)

miércoles, 17 de abril de 2013

Me habéis visto y no creéis

  De nuevo suena aquí el reproche de Jesús contra los que os que le han visto y no creen en él, pan de vida que sacia para siempre. Todo aquel que acuda a él, no se perderá, porque así se dispone en el designio divino que le compromete a salvar a cuantos tiene encomendados. 

No basta aun así con su propósito y compromiso de salvar a los hombres. Urge que el hombre ponga de su parte lo poco que se le exige: que reconozca a Jesús y lo confiese, es decir, que crea en él, también de manera comprometida. 
Los creyentes pueden contar con una vida sin fin, porque él mismo les resucitará, como dice san Pablo, mediante el Espíritu que le resucita a él y le hace presente en todo. 


Reflexión

La debilidad de las excusas

Los discípulos se extrañan de que Jesús les ordene dar de comer a una multitud de gente. - Con nuestros medios, ¿cómo vamos a dar lo que no tenemos, se excusa Felipe? 
        Uno opta por servir a los demás o no. Con frecuencia, las excusas son confesiones de debilidad, alicaída desidia o estrechez de miras. Jesús nos enseña que el amor a los demás y la fe en Dios contribuyen
no poco a dar con soluciones que la indolencia o los cómodos hábitos contraídos no saben prever. La voluntad es poderosa y aviva el ingenio, cuando la fe y la preocupación por los demás informan nuestros actos. 


Rincón poético

LA BELLEZA DE DIOS

Adoro tu belleza,
Señor, porque es tan bello
saber que abandonaste
al Padre para estar entre nosotros,
que no hallo parangón en cuanto miro.
¿Qué es el almendro, floreciendo
como un amanecer?¿Qué la sorpresa
de la estrella fugaz rasgando el cielo
adelgazadamente?
¿Qué una madre dulcísima 
que amamanta al bebé
abrazando su cuerpo
apenas perceptible,
como una caracola?
La belleza sublime
de Dios amando al hombre, derramada
en un charco su sangre salvadora,
sólo el mar infinito levantando
en su manos azules, como un cáliz,
el corazón del hombre,
admite una apagada concordancia.
Me maravilla tu atrevido
gesto de amarnos tanto;
admiro tu elegancia,
adoro la belleza 
de tu bondad, Dios mío.

(De El almendro en flor)

martes, 16 de abril de 2013

Pan que proporciona vida eterna

La gente que sigue a Jesús es gente sencilla que no sale fácilmente de su horizonte habitual, y no duda en pedir signos para poder creer en él, alegando que, en otro tiempo, sus antepasados recibieron de Dios pan celestial. Siguen pensando en clave ordinaria de necesidades materiales.
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Jesús les desengaña anunciándoles que el verdadero pan del cielo no es el antiguo maná del desierto, un alimento material que saciaba momentáneamente, persuadidos de que, llegado el mesías, desaparecería el hambre de todos los pobres, alimentados de nuevo con copioso maná. Jesús les hace ver que hay que ir más allá, que ese pan no pasa de ser figura del verdadero pan que da vida eterna, el pan del espíritu, el pan del amor.
Hemos sido hechos por Dios y para Dios, lo queramos o no, y sólo Dios puede saciar esa amarga insatisfacción que nos deja nuestro torpe afán de buscar a Dios donde Dios no está, llenándonos de nosotros mismos.


Reflexión

Renacer en Cristo

Nicodemo se queda patidifuso cuando oye a Jesús que ha de nacer otra vez. ¿Qué has dicho? ¿Nacer de nuevo? No se trata de volver al seno materno, sino de nacer a la gracia, renacer espiritualmente en el bautismo. San Pablo llama hombre nuevo al que renace así para Dios. Hay que desvestirse del hombre viejo y vestirse de Cristo.
La Creación no fue un hecho cerrado y completo. Jesús es quien da fin a la obra creadora. El hombre de fe es resultado de una nueva creación por medio del Espíritu, dador de todo bien y Jesús. Que adquiere la propiedad sobre nosotros y nos vivifica.


Rincón poético 

HAZME PAN DE TU TRIGO

Hazme pan de tu trigo,
Señor, maja en tus uvas
sagradas mis racimos,
para ser una misma
cosa contigo, en el lagar munífico
de tu amor. 

El martillo
no golpea tan fuerte
en el yunque sonoro 
el hierro de tus clavos azulados,
como el amor las manos
de tu bondad. 
Yo quiero
ser parte de tu cruz, para fundirme
en tu hostia, como harina
candeal de tu trigo,
como uva tinta de tu tinta sangre.
Hazme pan de tu trigo.

(De El almendro en flor)

lunes, 15 de abril de 2013

El pan que no perece

No es lo que significa la multiplicación de los panes, lo que atrae y congrega a la gente en torno de Jesús, sino el prodigio en sí, que les reportó pan en abundancia. Jesús se siente defraudado de que la gente le busque sólo por la espectacularidad de sus milagros, vaciando de sentido el hecho milagroso.
A Jesús le importa por encima de todo el fruto que debe sacarse de su palabra y sus signos. No es el bienestar material lo que les llenará, sino la aceptación de su programa espiritual de ser para los demás .Y la puerta que conduce a ese ámbito de salvación, es la palabra y su propia realidad espiritual. Todo lo demás, será trabajar por lo que perece y por lo tanto trabajar en vano.
Saltan aquí las nociones judías de carne y espíritu que conforman al hombre, en el que “el espíritu es quien nos lleva a la plenitud”, ya que el espíritu se “identifica con la capacidad de amar” que tiene el hombre. Trabajar sólo por el cuerpo es renunciar a los beneficios espirituales del amor.


Reflexión

El vano refugio de las tinieblas

El evangelio de Juan opone la claridad que irradia la suprema bondad de Dios a la vaciedad oscura de la vida distraída del hombre a quien la fe no ilumina. Quien se arrima al precipicio de la perversión, detesta la luz, porque exponerse a la luz de Dios pondría en evidencia su proceder empecatado. La densidad de las tinieblas no sólo es signo del apartamiento del bien, es la emboscada de la hipocresía, careta de la maldad, habitáculo del disimulo. No por nada, Cristo resucitado aparece fulgurante y transfigurado como el alma zigzagueante de un relámpago.


Rincón poético

        MI LLAVE

Se me ha perdido la llave
con que cerraba mi puerta.
Es ese y no otro el motivo
de tenerla siempre abierta.
Sé cuán detenidamente
la busco por todos lados.
No sé dónde la perdí
y alguien se la habrá encontrado.

¡Cuántas cosas una llave
puede sellar para siempre,
pero cuántas desvelar
que ni imagina la gente.
Llaves hay para dejar
siempre franco el corazón,
llaves para proteger
de bajezas el honor.
Tener una llave así, 
es fácil de constatar
que tienes la puerta a punto
de la vida y el hogar.

La fe es la llave del cielo.
No la perdáis, por favor, 
que no existe cerrajero
que elabore otra mejor.  

(De El almendro florecido

domingo, 14 de abril de 2013

Domingo tercero de Pascua: ¿Me amas más que estos?


El texto comprende dos partes correspondientes a dos áreas de acción, el mar y la tierra firme, que indican la crisis de su ausencia y su presencia esclarecedora. El texto está lleno de indicios que ponen de manifiesto el sentido de servicio que define la vida evangélica de la que Jesús es ejemplo vivo: el frugal condumio para quienes han bregado toda la noche; la fe en quien les sigue enseñando cómo hay que proceder para que la tarea resulte fructífera; la pronta intuición de Juan reconociendo la presencia del Señor.
Antes de que Pedro empuñe las bridas con que regir la Iglesia, Jesús le somete a una depuración de su responsabilidad, comprometiéndole a hacer de su ministerio una profesión constante de amor a Dios. Si no ama a Dios con todas sus fuerzas, no amará decididamente a la Iglesia que ha de presidir. Tres veces le pone Jesús en el disparadero de confesarle, abiertamente, ante los demás, porque tres veces le negó, falto de coraje.
El relato está lleno de términos simbólicos: la pesca, que alude a la labor apostólica; el mar proceloso donde la Iglesia ha de navegar con aplomo; los números tres y siete, significativos de la plenitud trascendente y lo universal respectivamente; y aún se explica el sentido de la multiplicación de los panes, con la de los peces. El hecho de faenar sin éxito durante la noche, manifiesta la ausencia de Jesús, que es la luz, porque sin él nada pueden hacer. Salgamos también nosotros de la oscuridad de nuestras dejaciones, nuestros descuidos, nuestros olvidos de Jesús, ajustando nuestra conducta a la que el evangelio nos propone y de la que Jesús es ejemplo consumado y luz de nuestras vidas.


Reflexión

Venida del Espíritu Santo

La palabra, en su materialidad sonora, no es reveladora por sí misma, sino que es el Espíritu de Dios quien le da sentido e insufla su verdad en el corazón del hombre, valiéndose de ella como de una mediación.
Jesús, mediante el Espíritu, desvela las verdades que atañen al Padre, porque todo lo que pertenece al Espíritu, lo es también de Jesús
Las apariciones de Jesús son hechos reveladores, de la mayor relevancia, igualmente mediante el Espíritu, que ha espiritualizado divinamente al Hijo de Dios. El Espíritu, dador de todo don, que es el Espíritu del Padre y del Hijo, hace presente a Jesús en la Iglesia y en ella será  su voz , ya para siempre.


Rincón poético

BENDICE EL PAN Y EL VINO

 Bendice, mi Señor, el pan y el vino
como aquel día, atardecido apenas.

Si es pan bendito tu palabra,
deja, Señor,
que bese el trigo de tu mano abierta.
Si pisan tus lagares
vino resucitado, dame el vaso
donde tus labios beban.

Hambre de Ti 
me apremia a no apartar 
mis ojos de tu puerta.



Hambre bendita que Tú sólo sacias,
bendita sed la que tus aguas llenan.

Bendice, mi Señor, el pan y el vino, 
antes de que anochezca,
cuando queden por siempre mis cansancios
dormidos a tu puerta.

(De El almendro florecido)