A Jesús le importa por encima de todo el fruto que debe sacarse de su palabra y sus signos. No es el bienestar material lo que les llenará, sino la aceptación de su programa espiritual de ser para los demás .Y la puerta que conduce a ese ámbito de salvación, es la palabra y su propia realidad espiritual. Todo lo demás, será trabajar por lo que perece y por lo tanto trabajar en vano.
Saltan aquí las nociones judías de carne y espíritu que conforman al hombre, en el que “el espíritu es quien nos lleva a la plenitud”, ya que el espíritu se “identifica con la capacidad de amar” que tiene el hombre. Trabajar sólo por el cuerpo es renunciar a los beneficios espirituales del amor.
Reflexión
El vano refugio de las tinieblas
El evangelio de Juan opone la claridad que irradia la suprema bondad de Dios a la vaciedad oscura de la vida distraída del hombre a quien la fe no ilumina. Quien se arrima al precipicio de la perversión, detesta la luz, porque exponerse a la luz de Dios pondría en evidencia su proceder empecatado. La densidad de las tinieblas no sólo es signo del apartamiento del bien, es la emboscada de la hipocresía, careta de la maldad, habitáculo del disimulo. No por nada, Cristo resucitado aparece fulgurante y transfigurado como el alma zigzagueante de un relámpago.
Rincón poético
MI LLAVE
Se me ha perdido la llave
con que cerraba mi puerta.
Es ese y no otro el motivo
de tenerla siempre abierta.
Sé cuán detenidamente
la busco por todos lados.
No sé dónde la perdí
y alguien se la habrá encontrado.
¡Cuántas cosas una llave
puede sellar para siempre,
pero cuántas desvelar
que ni imagina la gente.
Llaves hay para dejar
siempre franco el corazón,
llaves para proteger
de bajezas el honor.
Tener una llave así,
es fácil de constatar
que tienes la puerta a punto
de la vida y el hogar.
La fe es la llave del cielo.
No la perdáis, por favor,
que no existe cerrajero
que elabore otra mejor.
(De El almendro florecido
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