El texto comprende dos partes correspondientes a dos áreas de acción, el mar y la tierra firme, que indican la crisis de su ausencia y su presencia esclarecedora. El texto está lleno de indicios que ponen de manifiesto el sentido de servicio que define la vida evangélica de la que Jesús es ejemplo vivo: el frugal condumio para quienes han bregado toda la noche; la fe en quien les sigue enseñando cómo hay que proceder para que la tarea resulte fructífera; la pronta intuición de Juan reconociendo la presencia del Señor.
Antes de que Pedro empuñe las bridas con que regir la Iglesia, Jesús le somete a una depuración de su responsabilidad, comprometiéndole a hacer de su ministerio una profesión constante de amor a Dios. Si no ama a Dios con todas sus fuerzas, no amará decididamente a la Iglesia que ha de presidir. Tres veces le pone Jesús en el disparadero de confesarle, abiertamente, ante los demás, porque tres veces le negó, falto de coraje.
El relato está lleno de términos simbólicos: la pesca, que alude a la labor apostólica; el mar proceloso donde la Iglesia ha de navegar con aplomo; los números tres y siete, significativos de la plenitud trascendente y lo universal respectivamente; y aún se explica el sentido de la multiplicación de los panes, con la de los peces. El hecho de faenar sin éxito durante la noche, manifiesta la ausencia de Jesús, que es la luz, porque sin él nada pueden hacer. Salgamos también nosotros de la oscuridad de nuestras dejaciones, nuestros descuidos, nuestros olvidos de Jesús, ajustando nuestra conducta a la que el evangelio nos propone y de la que Jesús es ejemplo consumado y luz de nuestras vidas.
Reflexión
Venida del Espíritu Santo
La palabra, en su materialidad sonora, no es reveladora por sí misma, sino que es el Espíritu de Dios quien le da sentido e insufla su verdad en el corazón del hombre, valiéndose de ella como de una mediación.
Jesús, mediante el Espíritu, desvela las verdades que atañen al Padre, porque todo lo que pertenece al Espíritu, lo es también de Jesús
Las apariciones de Jesús son hechos reveladores, de la mayor relevancia, igualmente mediante el Espíritu, que ha espiritualizado divinamente al Hijo de Dios. El Espíritu, dador de todo don, que es el Espíritu del Padre y del Hijo, hace presente a Jesús en la Iglesia y en ella será su voz , ya para siempre.
Rincón poético
BENDICE EL PAN Y EL VINO
Bendice, mi Señor, el pan y el vino
como aquel día, atardecido apenas.
Si es pan bendito tu palabra,
deja, Señor,
que bese el trigo de tu mano abierta.
Si pisan tus lagares
vino resucitado, dame el vaso
donde tus labios beban.
Hambre de Ti
me apremia a no apartar
mis ojos de tu puerta.
Hambre bendita que Tú sólo sacias,
bendita sed la que tus aguas llenan.
Bendice, mi Señor, el pan y el vino,
antes de que anochezca,
cuando queden por siempre mis cansancios
dormidos a tu puerta.
(De El almendro florecido)
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