viernes, 19 de abril de 2013

Adhesión y rechazo


¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?  Gentes de escaso vuelo no son capaces de trascender las palabras de Jesús, y entienden lo de comer la carne, en sentido literal. No alcanzan a desentrañar el misterio de la palabra de Jesús, y le abandonan escandalizados. No le buscan a él; se buscan a sí mismos. 
  Jesús ha enunciado por anticipado un misterio, cuya realización conocerán sólo quienes crean en él y le acompañen. En el entendimiento de los misterios, no siempre acierta la inexorable lógica de la razón. Hay que comer su carne y beber su sangre, en cuanto es el sacrificio de su muerte lo que nos dará su vida, toda vez que muerte y vida resucitada de Jesús quedan ensambladas en el misterio eucarístico, que hace posible el Espíritu de Dios.
Son tres los efectos de entrañarse en Cristo:
1º, la vida eterna depende de la resurrección. Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo le resucitaré.
2º,  hay compenetración espiritual entre Jesús y quien le comulga. Quien come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él.
3º, la eucaristía es consagración plena a Cristo: Así como Yo vivo por mi Padre, quien me come vivirá por mí.
Nadie pudo inventar  mayor exquisitez que el regalo de su palabra y la eucaristía. No dejemos de darle gracias a Dios por él.


Reflexión

Las cumbres que habita la fe

La fe salva al creyente. No se puede reconocer la presencia de Jesús si no se cree en él. La fe es la evidencia oscura de los misterios de Dios, como la razón es el discurso de la comprensión de las cosas temporales, pero no adivina lo que oculta una colina más allá de sí misma, en la raya del horizonte. La fe apunta más alto y sitúa su diana en el corazón de Dios, gracias a la donación del Espíritu.


Rincón poético

¿POR QUÉ, SEÑOR?

Su amor por los hombres
tritura su vida.
Nunca entenderé
su amor sin medida

¡Si el trigo supiera
que para hacer pan,
una ruda piedra
le ha de machacar!

Sólo que las cosas
de Dios son distintas.
Él sabe el amor
lo que necesita.

Molinos de trigo
multiplica Dios,
que es inagotable
el pan de su amor.

¿Qué ves en el hombre,
dímelo, qué ves, 
que agotas así 
tanto amor por él?

Por amor al hombre 
masacran tu vida.
No puedo entender
tu amor sin medida.

(De El almendro en flor)

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