lunes, 8 de marzo de 2010

El cascarrabias no muerde

El cascarrabias es un tipo incómodo de difícil convivencia que va de berrinche en berrinche, ya que sus enfados no guardan proporción con el motivo aparente que lo provoca, las más de las veces inexistente. El cascarrabias no necesita de mucho para babear su habitual cólera insustancial. Se enfada porque sí, porque no tiene mejor cosa que hacer. Vive prendido de su presunto equilibrio con alfileres.
Es un ser de naturaleza adusta, siempre fruncido el entrecejo, a quien le incomoda la propia circunstancia de sí mismo. Habla en voz baja, arrastrando las palabras como cadenas, de modo casi ininteligible. Es decir, no habla: rezonga. A menudo habla solo farfullando todo un rosario de improperios engarzados en la materia fofa de su mal talante con pinzas de irritabilidad.
Su mirada sesgada, el tono despectivo de la voz, el gesto enojadizo, sus reacciones quisquillosas, todo lo que le rodea es ocasión de irascible negación y aceda crítica.
Si te toca convivir con un cascarrabias, déjale hablar, déjale que se desahogue holgadamente y no te dejes llevar por el embarazo de su trato irritable. El cascarrabias grita incluso en el delirio de su encono, pero grita sin convección, como algún perrillo diminuto e inofensivo. El cascarrabias no muerde.

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