Examínate a ti mismo. Si amas a Dios y amas a la gente, ajeno a lo que la gente y Dios den en hacer de ti, a juicio de muchos no dejará de tener su pizca de sinrazón tu comportamiento. Hay un poco de locura en tu amor, y en el amor en general.
Digo esto, porque he leído unos pensamientos de Nietzshe. Reflexionar en lo que otros dicen , es un modo de pensar con ellos, aunque ya no estén ni acabe de comulgar uno con su peculiar escepticismo.
F. Nietzshe es un pensador ateo que no dejó de pensar en Dios y concretamente en Jesús, a quien envidiaba por su grandeza de ánimo y su sabiduría.
Y dice bien el alemán. Está muy ajustado eso de que siempre hay un poco de locura en el amor. Claro que la hay; el amor no es racional y no tiene medida. De ahí sus desafueros. Cristo mismo es la locura de Dios, porque su amor carece de orillas que lo limiten.
Si pensamos por qué motivo amó Dios al mundo de tan desmedida manera, comprenderemos que, siendo él mismo amor infinito por naturaleza, irremediablemente tenía que amar sin tino. Es razonable y comprensible, por tanto, su locura. No sólo hay entonces un poco de razón en su locura; hay incluso mucha razón en tan entrañable modo de darse, porque el amor es darse o no es amor, dejar de ser por otro o no es amor, gracias a Dios.
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