Sorprendentes hallazgos científicos sobre átomos de antimateria, han vuelto a poner sobre la mesa de nuestra curiosidad la teoría de un estadio inicial en la edad del cosmos, anterior a todo, donde materia y antimateria coexistían en perfecto equilibrio.¿Es ese estadio originario el que consideramos como el de la nada?¿O la nada le precede?
Una explosión de energía rompe esa armonía entre contrarios, cuyas trazas luminosas han sido fotografiadas por los astrónomos en la trastienda del universo. Y surge la materia quedando la antimateria en un trasfondo todavía incognoscible. Ese residuo de luz enrojecida es todo lo que queda de aquella cegadora deflagración, el Big-Bang.
Por alguna razón que se ignora nos queda un universo que es el ámbito de la materia en fases de combustión y luminosidad, cuyas cenizas sufren la atracción de la gravedad hasta conglomerarse con hielo y configurando rocas estelares que, asociándose del mismo modo entre sí, conforman la tierra y los planetas. Vivimos sobre polvo de estrellas apagadas. Y uno se pregunta al punto en qué momento preciso de ese proceso, Dios, dueño de todo, pone el dedo creador sobre el hálito de la vida y el curso del tiempo. Porque la vida y el tiempo son criaturas suyas.
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