lunes, 27 de diciembre de 2010

Ochenta y ocho catedrales

        Libertad Digital ha aprovechado estos días de fe en quien ha venido, trazando un recorrido, con una muestra excelente de flamantes fotografías, por las 88 catedralicias de nuestro inagotable patrimonio catedralicio, y es una delicia poder admirar este bagaje cultural inapreciable, testimonio de una fe berroqueña que identifica su fuerza creadora en este homenaje en piedra al amor de Dios. Si alguien hubiera querido alguna vez elevar un monumento eterno a la nobleza de la piedra, el resultado no podía ser otro que una catedral.
Ahí está la fina elaboración artística de la catedral de Burgos, junto a otras graníticas como la de Mérida, la de Jaén, igualmente maciza y clásica a la vez, la de Solsona, que protege de la intemperie pórtico y rosetón, casi escondidos, la de Mondoñedo, compendio de estilos sucesivos que cuentan su historia, la de Teruel, compleja en su articulación mudéjar de cuerpos que la enriquecieron en su crecimiento, de siglo en siglo desde el XIII, o articulada entre superficies limpias de hechura rectilínea con que la modernizan, como la de Tarrasa.
En sus sillares, la impronta de la fe se revela en las más altas de cantería, las que imprime en todas ellas la piedad de un pueblo que se alza como de puntillas sobre la piedra sagrada para acercarse a Dios.

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