La humildad, como una joya insignificante, es bella y atractiva, incluso para los que no la practican. Este pasaje es un elogio miniado de la humildad, desde una triple referencia a al comportamiento poco edificante de los fariseos. A Jesús le duele que no sean coherentes con la belleza de lo que enseñan, que entorpezcan el camino del bien y la verdad, desde una enseñanza casuística no fácilmente practicable que ellos rehuyen, y que doren de vanidad lo que debiera ser humilde y desinteresado servicio a Dios.
Proceder con humilde talante es primicia de glorificación futura. Quien quiera ver crecida y enhiesta su fronda ante Dios, que aprenda a agacharse, que no se deje notar, humilde rastrojo en vida.
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