No siempre es fácil, porque tampoco lo es siempre el amor, que alcanza cotas de compromiso en más de una ocasión. Pero el amor es hermosos. Y aun más hermoso saber perdonar a tiempo, generosamente.
martes, 29 de marzo de 2011
Setenta veces siete
Pedro, noblote él y siempre espontáneo, está dispuesto a perdonar, porque así lo enseña Jesús. ¿Pero cuánto? Porque todas las cosas tienen un límite y no hay que exagerar. Él entiende que perdonando alguna que otra vez, siete veces, por ejemplo, ya va bien. El siete es una cifra que otorga perfección a lo que se cuenta con ella. Y Jesús, para quien el perdón es una forma valiente de amor a todos, le viene a responder que el amor no tiene lindes ni ribazos que lo contengan, y en consecuencia, hay que perdonar siempre, setenta veces siete, dice textualmente Jesús retrucando a Pedro, el de los siete perdones y ni uno más.
No siempre es fácil, porque tampoco lo es siempre el amor, que alcanza cotas de compromiso en más de una ocasión. Pero el amor es hermosos. Y aun más hermoso saber perdonar a tiempo, generosamente.
No siempre es fácil, porque tampoco lo es siempre el amor, que alcanza cotas de compromiso en más de una ocasión. Pero el amor es hermosos. Y aun más hermoso saber perdonar a tiempo, generosamente.
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