Respondiendo de inmediato a un gesto expresivo de Jesús, Leví, publicano que ejerce en la aduna de Cafarnaún, como si lo estuviera esperando ansioso, lo deja todo y le sigue.
Hay en ese pasaje evangélico una doble invitación: la de Jesús con que induce a Leví a que se sume al grupo de sus elegidos, y en compensación, la de Leví, que celebra gozoso su elección con un convite al que asisten, además de Jesús, sus colegas de profesión y un grupo amistoso de conocidos.
Hay también dos planos o áreas de acción, porque está la de los fariseos, siempre al fondo de toda repulsa. Censuran que Jesús elija y comparta mesa con los que le necesitan. Ellos no están con nadie. No están con los pecadores a quienes Jesús trata de rescatar, ni están con Dios, pues rechazan al Hijo.
Hay que dejarse elegir a tiempo. Propiciarlo incluso para que se dé la mutua elección. La sola elección de Jesús desata ya la alegría infinita de estar con él.
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