Jesús en sus palabras insinúa lo que quiere que descubran sus oyentes. El hombre ha de tomar parte en la palabra reveladora tratando de descubrir su sentido. Dos parábolas asocia Mateo en este pasaje. La de la mostaza, simiente mínima que llega a desarrollarse como un arbusto de grandes dimensiones. Y la de la levadura, que se hincha y crece en la artesa durante la fermentación de una noche.
De la misma manera, el reino de Dios crece también lentamente, pero sin descanso. La ley del crecimiento es la ley esencial de la paciencia y de la vida. La simiente mínima que deviene árbol, son los doce apóstoles, un número escaso de bocas que hará de levadura de la palabra en el mundo entero. Lo poco llega a ser mucho, por gracia suya, encendido por el amor. Ahí está el milagro.
Hemos de hacer de nuestras pequeñas cosas, manos y corazón de Dios para convertirnos en fuerza de amor y de fe que dé sentido a la vida de todos.
Reflexión: La butaca
El hombre ha aplicado su cultura a sus propios muebles. Se puede hacer un recorrido por la historia del arte contemplando los estilos con que los ha ido configurando la mano artesana del carpintero. Un arte menos cuyo artista no firma nunca sus obras, ni en Egipto, ni en Roma, ni en Francia o nuestro mismo país. Los muebles en general se corresponden co necesidades diversas y una de ellas es la que inspira la silla desde el beneficio del descanso. En muy buena parte, el descanso sabático diseñó incluso la sinagoga, con sus poyos laterales adosados a los muros, cubiertos de almohadillas. En épocas mucho más recientes aparecieron variantes cómodas de la silla con la butaca y esa otra butaca prolongada que es el sofá.
La butaca persigue el máximo acomodo del cuerpo en actitud de abandono relajante, tanto, que en más de una ocasión concluye en olvido de sí mismo que entreabre el sopor del sueño. No merece ni ser nombrado aquí, por dignidad, el patio de butacas de un salón, donde la masificación, la estrechez y rigidez de sus unidades arruinan toda comodidad. Dejémosle a la butaca a la altura de su independencia, su ambiente silencioso y la eficacia reconfortante de su familiaridad doméstica. A lo sumo, permítanle al perro tumbarse a los pies del dueño.
La butaca persigue el máximo acomodo del cuerpo en actitud de abandono relajante, tanto, que en más de una ocasión concluye en olvido de sí mismo que entreabre el sopor del sueño. No merece ni ser nombrado aquí, por dignidad, el patio de butacas de un salón, donde la masificación, la estrechez y rigidez de sus unidades arruinan toda comodidad. Dejémosle a la butaca a la altura de su independencia, su ambiente silencioso y la eficacia reconfortante de su familiaridad doméstica. A lo sumo, permítanle al perro tumbarse a los pies del dueño.
Rincón poético
JESÚS Y SAN PEDRO
Jesús está muerto.
¿Quién me lo diría?
¿No dijo en su pueblo
que él era el mesías?
Pedro no comprende.
Hasta se enfadó
con Jesús. ¿Quién puede
matar al Señor?
Un soldado indaga
si ha muerto Jesús ,
y alzando la lanza
lo clava en la cruz.
Jesús resucita
y se muestra a Pedro:
¿Cómo es que estás vivo
si te he visto muerto?
Me llamó cobarde
tres veces el gallo
y otras tres, confuso,
confieso que te amo.
¿Será así? Jesús
se fía y lo acepta.
Quien miente una vez,
mentirá cincuenta.
(De Los labios del viento)