Jesús sabe lo arduo que es sujetarse a una enseñanza farisea que carga la conciencia del hombre sencillo con formalismos sin cuento, vacíos de sentido, puramente objetivos, mientras él hace consistir su enseñanza en el amor de Dios y de los hombres, y ofrece el lenitivo de su doctrina liberadora con esas palabras tan llenas de comprensión de quienes le quieran seguir:
-Venid a mi los que estáis sobrecargados con mil naderías que ni redimen ni justifican. Yo pondré remedio al yugo que han colocado en vuestra cerviz.
Escuchemos la palabra de Jesús para llevarla a la práctica y esa divina palabra, que es la vivencia del amor de Dios, nos hará libres.
Reflexión: Funcionarios imprescindibles
Homenaje a Vicente Timor y José Vicente Nebot
En empresas, colegios y centros de todo tipo, hay funcionarios que se “institucionalizan” de tal suerte que se vuelven imprescindibles y gozan de total reconocimiento; sin ellos, la máquina acaba por no funcionar; son piezas insustituibles del equipo de que forman parte.
Hay quienes opinan que hay una inflación de funcionarios y comparan su número con el de otras primeras potencias, de modo vergonzante. Concluyen entonces que hay que disminuir drásticamente la cifra excesiva de ellos. ¡Por Dios! Que respeten al menos a quienes, en cada caso, contribuyen de modo decisivo al buen hacer de la institución correspondiente.
Hay quienes opinan que hay una inflación de funcionarios y comparan su número con el de otras primeras potencias, de modo vergonzante. Concluyen entonces que hay que disminuir drásticamente la cifra excesiva de ellos. ¡Por Dios! Que respeten al menos a quienes, en cada caso, contribuyen de modo decisivo al buen hacer de la institución correspondiente.
Rincón poético
UN GERANIO EN EL BALCÓN
El geranio es ostentoso.
Sólo al gallo se asemeja,
alarido de color,
delirio de las macetas.
Capitán de los balcones,
nadie sus galones niega.
No sabe hablar, pero grita
en silencio con tal fuerza,
que no hay planta junto a él
que niegue su preeminencia.
Su arrogancia es tal, que induce
a descuidar su presencia.
Apenas peina el aroma,
invisible cabellera
de la exquisitez floral.
No cuida su aroma apenas.
¡Nadie es perfecto! El geranio
bien lo sabe. Es una pena.
(De Los labios del viento)
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