miércoles, 18 de julio de 2012

Elogio de la sencillez



    Jesús siente por la gente sencilla especial predilección. Sencillo era Natanael, que no conocía doblez; sencillos como palomas han de ser sus enviados; hay que ser incluso inocentes con sencillez de niños para poder abrir la puerta de los cielos. Y da gracias al Padre, porque también los prefiere, cómo no, a los presuntos sabios altivos cuyo papel dice poco de la autenticidad que debiera sellar su persona.
    La sencillez recuerda la sumisa mansedumbre de las ovejas que Jesús pastorea. Dócil a su voz se muestra quien ha cursado con nota un largo bachillerato de humilde sencillez.


Reflexión: El báculo del pastor

    A los apóstoles enviados a la misión, les recomienda  Jesús que no lleven nada para el camino sino el bastón. No es otra la razón de que sus sucesores, los obispos, lleven en su función pastoral un báculo con que recordar cuál es su calidad pastoral. Son los enviados de nuestros días, en una Iglesia siempre en marcha.
    El bastón aparece también en el salmo 23:
   Es de noche. El rebaño sigue al pastor por cañadas oscuras. Acechan las alimañas, en una soledad poblada de aullidos, que dice otro salmo. Pero el pastor golpea con el báculo la piedra del camino de modo que su ruido impida que ninguna de sus ovejas se extravíe y dando confianza con su presencia a las más timoratas.
    Respetemos los símbolos con que la Iglesia enriquece su lenguaje simbólico, porque es respetar a la Iglesia misma, hablando el lenguaje de Jesús.

Rincón poético

     TRES VECES

El gallo de la veleta
ha cantado ya tres veces.
San Pedro llora que llora,
aunque el gallo no lo entiende.
Llora porque le negó
otras tres y se arrepiente.
Decidle al gallo que calle,
que la veleta se mueve,
y es el viento, de ese modo,
quien lo avisa y le reprende.
Tres días muerto Jesús,
resucitará por siempre.
Tres veces dijo que, un día,
le matarían los jueces.
Que quede en silencio el mundo
si de verdad verlo quiere,
que el gallo de la veleta
ha cantado ya tres,
y otras tres Pedro protesta
que él ama Cristo con creces.

      (De Los labios del viento)

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