jueves, 26 de julio de 2012

El secreto de las parábolas

    Los discípulos de Jesús entienden que predicar a la gente sencilla en parábolas conduce a poco, si no se les explica cuál sea su sentido. Jesús les responde que las parábolas no están al alcance de la mano, sino de la fe. Dios es un misterio, no una realidad corriente como una piedra o un árbol. Dios no es claro ni evidente, de ahí que sea la fe la única llave que permite entrar en él.
    La verdad de Dios, lejos de imponerse por sí misma a la inteligencia como cualquier verdad humana, es un secreto que sólo se da a los que, desde la fe, están dispuestos a escuchar. Hay que rumiar, entretenerse sin prisa por superar las imágenes del lenguaje que  envuelve sus verdades, para penetrar en su contenido interno. Sus oyentes, en general, ni ven ni oyen.
    Toda nuestra vida es una parábola en la que Dios está escondido y desde ella  nos está hablando mediante las situaciones cotidianas. ¡Dichosos vuestros ojos por que ven y vuestros oídos porque oyen! ¡Dichosos, porque disponemos del evangelio como lugar de encuentro de Dios con los hombres!

Reflexión: Los ángeles y el arte poética

    Cuando José María Rilke visita España, habla con los poetas jóvenes del momento y les explica cómo  su imaginario lírico está poblado de ángeles, y especifica que veía todo lo bueno, como la belleza, a la manera de envíos  angélicos que alentaban su existencia, ángeles portadores de gozo y bienestar, ángeles que ponían orden y rectitud en el camino; lo contrario, enemigo del hombre, lo personificaban ángeles caídos, demonios perversos.
    Muy pronto los poetas locales ensayan la bondad de lo que ven como intuiciones angélicas, y ven la belleza alada de unas señoritas esquiando sobre la nieve blanca como una aparición angélica. Rafael Alberti, víctima de una dolorosa depresión, la encubre en un poemario titulado Sobre los ángeles, donde ve ángeles tontos que se quedan en la mediocridad, ángeles buenos en el cartero que le entrega una amable misiva remitida por una persona amada. Está también el ángel de los números que, de presidir un cosmos de equilibrios y celestial belleza, roto el hechizo, pasa a ser enterrado, signo de un desconcertante desengaño, llevado a hombros de cuatro ángeles o números, sobre el uno, sobre el dos, sobre el tres, sobre el cuatro.

Rincón poético

APRENDER A SER

Aprender a ser pobre, como tú,
es tarea, Señor, dificultosa.
Yo soy pobre, pero me tengo a mí
y me ensucia el hollín de muchas cosas.
Se es pobre sin quererlo, cuando pones
valor a un ansia loca
por tener, o no das
con la piedra preciosa
de morir a ti mismo, como mueren
en un rosal las rosas.
No eres tú, lo que añades a ti mismo.
Desnúdate del peso de esa ropa.
Ser lo que tienes es dejar de ser.
Despréndete de todo cuanto sobra.
Sé pobre y llenará tu corazón
la riqueza de Dios. Esta es tu obra:
ser para Dios, dejando de ser tú,
porque  él será por ti. No hay mejor cosa.

(De Los labios del viento)

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