viernes, 6 de julio de 2012

La vocación de Mateo

    Mateo celebra con sus colegas la llamada de Jesús y los fariseos tercian criticando que ande entre pecadores. Jesús les reprocha su incoherencia, por cuanto les importa más que la conversión del hombre, obtener misericordia de Dios en el templo, a la vez que se escandalizan y critican a quien la practica.
Misericordia quiero y no sacrificios. Les recuerda Jesús. Andad, aprended qué significa esto. Y como ellos no pueden replicar a la santidad de las Escrituras, dejan a Jesús que siga celebrando alegremente el feliz acontecimiento con sus pecadores.
Supliquémosle que no cese en su intento de atraer a él a todos los hombres. Nuestro mundo lo necesita.

Reflexión: El mercadillo

      Quien quiera contemplar un espacio abigarrado de vida al aire libre, colorismo y su pizca de algazara, que se acerque al mercadillo y se mezcle entre la gente, o haga un repaso del género expuesto en los tenderetes expendedores. Cada vez se vocea menos la mercancía, como hacían antes los buhoneros que ofrecían platos por trapos viejos, y otros mercaderes ambulantes  ofreciendo arrop i tallaetes, o simplemente se anunciaban a sí mismo, como el llanterner.
      Las calles destinadas a montar este tinglado comercial de mostradores, quedan a veces repletas de gente, por más que la hora en que se celebra este acontecimiento semanal, excluye a los hombres, por mor del trabajo. Quedan las mujeres, algún que otro jubilado y pequeños grupos de estudiantes que no estudian. Pregunto por los precios, y compruebo que es uno de sus atractivos. En los mercadillos que se celebran en los pueblos de la costa, los turistas aprovechan esa ventaja económica para adquirir lo que prefieren. Lo avala la crisis, bien que los vendedores se quejan de que se vende mucho menos.

Rincón poético

     AGUA BENDITA

Agua que viene de Dios,
gota a gota, de puntillas,
como quien baila en un hilo,
dicen que es agua bendita.
Nace de su corazón
donde hay abierta una herida.
Refieren que es suya, porque
no se bebe, que ella misma
disuelve nuestros pecados
en lo hondo de nuestra vida.
¡Que llueva copiosamente
siempre su gracia infinita!
La mano de Dios derrama
como una concha inaudita
el agua de sus favores
sobre quien los necesita.
Agua que viene de Dios,
manaba ya de la herida
que a Jesús abrió en el pecho
la lanza de nuestra inquina.
Llueva sobre el corazón
del hombre agua tan sufrida,
que sobre buenos y malos
 llueve de forma indistinta.

(De Andando el camino)

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