lunes, 2 de julio de 2012

Te seguirté...

     El seguimiento de Cristo es incondicional. No valen cortapisas. Su paso es acelerado; no hay tiempo que perder.
    Un escriba ni sospecha la incómoda austeridad en que vive Jesús. Otro pretendiente no acaba de despegarse de sus hábitos cotidianos. No sospechan que el seguimiento es ruptura total con el pasado representado por los padres y costumbres inveteradas. La novedad del seguimiento de Cristo es la renuncia a todo lo que no sea él. Ser seguidor de Jesús exige dar un giro determinante a la vida: dejarlo todo por él.
    Los discípulos de Jesús van de sorpresa en sorpresa. Un día cura a un paralítico, otro limpia de sus pústulas a un leproso, más tarde toma la mano de una niña muerta y la pone en pie o pacifica el fragor de la tormenta.
    Ser seguidor de Jesús exige dar un giro determinante a la vida hasta dejarlo todo por él, en la medida de cada vocación.




Reflexión: Arde Valencia

    Valencia está que arde. Manos imprudentes la han convertido en un falla descomunal y perversa. Esta mañana, en la terraza del Colegio San Antonio, el viento ha arremolinado una cierta cantidad de cenizas blancas, procedentes de los montes en llamas, que arden ya varios días descontrolados, tal es la envergadura de los incendios., que a nosotros nos quedan un poco trasmano. Y de pasada, elevan todavía más las altas temperaturas, jamas experimentadas hasta ahora, que venimos sufriendo.
    Los incendios están haciendo pavesas la riqueza forestal de la Comunidad Valenciana, sin respetar especímenes vegetales de gran valor ecológico.


Rincón poético
 

CRUZ SANGRANTE

La cruz es prodigiosa.
Porque no caiga en tierra,
se ha embebido de sangre
y está de Dios repleta.
La cruz es una fuente
de amor. Hay una grieta
por donde sangra a mares
de dolor la madera.
La cruz es una herida
dolorida, una brecha
manando a borbotones
su sangre, tan despierta,
que vive todavía,
pues nunca estuvo muerta.
Cinco clavos brutales,
henchidos de violencia,
mordían sus heridas
como muerden las hienas.
Nadie sospechó el precio
de una sangre tan nueva,
que está sangrando ahora
sobre nuestra conciencia.
Le mataron con saña,
le mataron a ciegas.
Quien lo mató no supo
que lo mataba apenas.
Jesús vive en nosotros
y su sangre es la nuestra.

(De Andando el camno)



No hay comentarios:

Publicar un comentario