sábado, 7 de julio de 2012

Odres viejos y nuevos

    La antigua alianza tenía sus formas de vivir la fidelidad del hombre para con  Dios, expresada en lsus mandatos. Su vigencia duró largamente. Sólo que con Jesús comienza una nueva etapa de plenitud, a la que corresponde una alianza también nueva. Los antiguos hábitos han envejecido y resultan inoperantes: son los odres viejos que deben ceder su lugar a otros más ajustados a los deseos de Dios, de quien Jesús es su expresión. Son los odres nuevos.
    Una y otra alianza quedan disociadas. No se puede andar con un pie en la ley mosaica ya rebasada y otro en la nueva ley de Cristo. Andar a medias entre una y otra, sería quedarse en la mediocridad. Y Dios aborrece la mediocridad, donde la luz y la sombra se confunden.

Reflexión: Una fraternidad nada apacible

    Los franciscanos llaman fraternidad a cada una de sus comunidades. La misma palabra fray que precede al nombre propio de cada uno e incluso el nombre de fraile con que se les reconoce, de origen latino las dos, significan hermano. El fraile habita conventos; el monje, monasterios. No es igual y no debe confundírselos. En el siglo XVII, el número de frailes por convento no descendía de veinte. Hoy, el número ha bajado sensiblemente.
    Acabo de observar cómo unos investigadores de antiguos conventos aragoneses, llaman monjes a los religiosos franciscanos, lo que no se explica bien en historiadores avezados.
    Nuestra comunidad forma parte de un convento y tiene poco de la estructura tradicional de un convento con dos plantas, una inferior para las actividades comunes y biblioteca y otra superior para las habitaciones o celdas. No siempre fue así, pero parece que la aparición de bibliotecas con la popularización del libro por la imprenta, aconsejó la nueva distribución. La nuestra es una comunidad ruidosa. Carece de la placidez que exige el silencio, tan propicio a la oración. El griterío escolar en determinadas horas y actividades, sube como un rumor lleno de disonancias hasta el piso superior donde oran los frailes, lo que hace de nuestro entorno una comunidad cercada de ruidos.

Rincón poético

MARIA MAGDALENA

Que María Magdalena
bese los pies del Señor
entre lágrimas, explica
su grado de contrición.
Gente hay que se escandaliza
de que en vez de apartar Dios
besos de labios dudosos,
le muevan a compasión.
Un beso no tiene sombra
que pueda manchar a Dios.
El labio que los imprime
en la prensa del amor.
Tiene invisible la tinta
que destila el corazón.
Mal podría proyectar
su sombra una conversión.
Dejad que bese María,
dejadla besar a Dios
los duros pies andariegos,
si tenía tanto amor.

(De Andando el camino)

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