sábado, 3 de noviembre de 2012

El que se enaltece...

    Jesús recurre a una norma de educada convivencia para establecer una correspondencia similar en el ámbito de nuestro comportamiento para con Dios.
   Nos recomienda así que evitemos de igual manerta, descubrir inopinadamente, llegado el momento, cómo vestir el manto de la arrogancia y la altanería aboca a sufrir los inconveientes de nuestra falta de tacto para con Dios. 
     Que la modestia y humildad nos enseñen la buena educación espiritual que Dios merece, porque ocurre que el que se enaltece será humillado y el que se humilla será exaltado.


Reflexión: Los mapas envejecen

    Los mapas envejecen y dejan de ser. Las fronteras que delimitan las naciones son inconsistentes, porque las traza y modifica el hombre. La geografía que estudiábamos los que contamos años, no es la misma que se estudia hoy en las aulas. Ya ni se ven colgando de las paredes aquellos mapas amarillentos que se enrollaban sobre sí mismos; ha cambiado el modo de mostrarlos en los mismos libros de estudio, no sé si para mejor. Al seguir postergando la bondad formativa de la memoria, que no se sepan cuáles son las capitales de las naciones europeas, de los ríos más caudalosos de la tierra o sus volcanes más ariscos, poco es lo que importa. Y en todo caso, uno se hace cruces de lo movedizas y efímeras que son las fronteras de las naciones. La historia tiene sus exigencias y en ocasiones sus antojos, como ocurre con los nacionalismos empedernidos, empeñados en delimitarse con nuevos envoltorios porque sí. Y el resultado pretendido sería siempre un nuevo trazo que despedace el conjunto histórico consagrado por siglos de convivencia que consideramos inviolable.

Rincón poético

MORIR POR ADELANTADO

Ocurre en ocasiones que hay algunos
que viven todavía y ya están muertos.
No lo sospechan, porque se descuidan
de reparar tamaño en tuerto.
No lo saben. Pasean,
juegan al dominó, van con sus nietos,
duermen, leen la prensa,
enferman, pero
viven a expensas
de sus recuerdos 

atrasados. Van hacia atrás en retroceso,
desandando el camino que vivían
cuando estaban despiertos.
No ven, sueñan
cabizbajos, decrépitos.
Mas el tiempo pasado es la ceniza
entristecidas de los cementerios.
El pasado se fue como en la era
el tamo gris que aventa el bieldo.
El pasado no existe y quien se asila
en él es porque ha muerto.
No vive ya. Pasa de largo
como mortaja, ante su casa, el tiempo.


(De Paseando mis sueños)

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