sábado, 10 de noviembre de 2012

No se puede servir a dos señores

    Jesús contrapone el afán de poseer a la práctica religiosa sincera. No se conciertan bien entre sí el amor al dinero y el amor de Dios. A los fariseos, para quien el dinero es motivo sobrado de bienestar, la renuncia al dinero es un comportamiento absurdo que les hace reír. No es convincente tampoco ahora proponer al hombre una clara preferencia de Dios, frente al atractivo de los valores materiales. Hagamos ver al menos que el buen uso de las riquezas compartiéndolas con los más necesitados, es un modo de servir a Dios, porque es un modo de ejercer el desprendimiento.

Reflexionar: Figuras de dicción

    La literatura bíblica usa de figuras de dicción, a veces estereotipadas, especialmente expresivas. Así es cómo el salmista tiene prisa por dar cabal sentido al comienzo del día alabando a Dios, por lo que urge al arpa y la lira a que despierten de una vez y él mismo se apresta a despertar a la aurora con ese fin. Junto con esta personificación del acompañamiento instrumental, es igualmente repetitivo el recurso de dar gracias a Dios de que le haya preservado de la fosa, donde reina el silencio, porque de otro modo no hubiera podido alabarle en lo sucesivo.
    Es lógico que estos recursos aparezcan precisamente en los salmos, donde el lenguaje se embellece de especial manera.


Rincón poético

AMOR DE DIOS

Te amo, Señor, tú bien lo sabes.
He empeñado mi vida
en aprender tus gestos
y en vivir junto a ti. Yo no diría
que fui infiel, aunque no te ame
como tú quieres, como yo querría.
Te amo, Señor, me halaga
decirlo al menos. No hay un solo día
que no rece despacio, tiernamente,
esta oración tan breve y tan sencilla.
Es como estar cantando, con los dedos
entre las cuerdas de unas lira,
como quien paladea
el vino dulce de una melodía;
es como estar uno lloviendo
sobre unas rosas o unas lilas.
Te amo, Señor. Déjame al menos
que el corazón gozoso te lo diga.

(De Paseando mis sueños)

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