Es éste uno de esos pasajes donde Jesús es invitado por un fariseo, y Jesús le corresponde recomendándole oportunas normas de conducta.
Cuando invites no lo hagas para que te paguen con la misma moneda. Invita desprendidamente, ya que la mejor manera de invertir en Dios, es honrar a quienes, por su precariedad, no podrán pagarte más que con su reconocimiento. Así es como procede Dios. Lo da todo gratuitamente, y espera de nosotros que hagamos lo mismo, desde la generosidad. En todo caso, es el amor al prójimo quien ha de presidir nuestra conducta, y así es cómo el amor al prójimo fue quien presidió toda la vida de Jesús, con preferencia a los más necesitados.
Aprendamos de él, en este otro banquete que es la eucaristía de hoy.
Reflexión: La arrogancia de tener razón.
Pretender tener razón obliga a ser razonablemente sensatos. “El tener razón no es excusa para perder las formas”. O sea, que quien pierde los papeles con facilidad, no procede de manera muy razonable. Nunca es razonable desajustarse ofuscado y perder las buenas maneras. Se lo oí a un personaje de una película y me ha hecho pensar, porque no siempre tenemos presente, en el momento justo, lo que la buena educación aconseja a un hombre inteligente. Tener razón no justifica sentirse superiores a quien juzgamos que no la tiene. Ni siquiera saber debe inducirnos a sentirnos superiores a quien no sabe o sabe menos, sino sensatos, y la sensatez es afín a la elegancia de la sencillez y la humildad.
Rincón poético
TE VAN A MATAR
Jesús, te buscan para matarte.
Quiero entender que no te saben.
Tienen las manos sanguinolentas,
porque es el odio quien los alienta.
Jesús, que tienes la vida en vilo,
deja que al menos yo esté contigo.
Cómo tal hacen, no entiendo yo
quienes proclaman que aman a Dios.
Nunca amó a Dios quien no ama al hombre.
¡Cuanta mentira la vida esconde!
Muestran ser buenos, por más que sepan
que es su bondad sólo apariencia.
Jesús, tu vida pende de un hilo.
Deja que al menos yo esté contigo.
(De Paseando mis sueños)
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