miércoles, 28 de noviembre de 2012

Os perseguirán


    Jesús no oculta a los suyos el futuro que les espera. Les perseguirán. Todo lo que deben hacer es mantenerse firmes en la fe y perseverar con ahínco, a pesar de las dificultades que les van a salir al camino. Sufrir persecución por seguir la fe de Jesucristo, lejos de anular la firmeza del creyente, la acrecienta cuando el amor de Dios une nuestros sufrimientos a los suyos. La cruz es signo del acoso sufrido por Jesús, y debe serlo de toda persecución cristiana. Y si en ella fraguó Jesús su fortaleza, en ella debemos de fundar nosotros la nuestra.
    San Pablo, desde su experiencia lo dice con toda claridad. En sus debilidades, se sintió siempre fuerte, respaldado por la cruz de Cristo. Es la razón de la entereza de los mártires. Supieron cogerse con fuerza a las manos llagadas de Cristo. Con él a su derecha, nadie temblará.



Reflexión:La mujer viuda en el templo
    La mujer pobre y viuda, en contraposición a los ricos, echa en el arca de las ofrendas todo lo que tiene. Ellos dan de lo que les sobra. ¿De qué monedas se trata aquí? La moneda más corriente en tempos de Jesús era el denario, de donde proviene la palabra dinero, que era lo que percibía un jornalero por su trabajo diario. Los ricos podían desprenderse de unos siclos de Tiro, equivalente cada juno de ellos a 4 denarios. La mujer echaría unos leptons. El lepton era una moneda de ínfimo valor, equivalente a dos cuartos. Judas, a cuenta de su traición, recibe treinta  siclos de plata, o sea, ciento veinte denarios.


Rincón poético

    LA GOTERA

Toda la noche, el techo,
empapado de lluvia,
dejó colgar de un hilo
una gota incesante,
contando minuciosa,
en su testarudez,
segundos, sin cansancio.
Una gota de lluvia
incansable, insistente,
aprendiz de martillo,
de péndulo sonoro.
Una noche erizada
de gotas o alfileres,
incisiva, punzante,
sañuda en la punción
de socavar el tiempo.
Agua resbaladiza
de gotas rezagadas,
embebiendo en la estancia
la almohada adormecida
de humedecidos sueños.
La gotera babea
como boca de niño,
como nube averiada,
o plomada de lluvia
taladrando la noche.
La gotera no sabe
qué hacer con la aventura,
acaso pesadilla,
de naufragar de pronto.
La vida misma es eso:
un dedo tecleando
en nuestra frente avisos
urgentes, gota a gota.


(De Paseando mis sueños)

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