viernes, 2 de noviembre de 2012

Los fieles difuntos

Conmemoración de los fieles difuntos, 2 de noviembre
    Recordamos hoy a nuestros difuntos, y de modo especial a nuestros familiares y amigos que nos han precedido. Han constituido una parte importante de nuestra vida, y su pérdida ha sido como si con ellos muriese algo nuestro dentro de nosotros mismos. Pero por encima de todo, los recordamos ante Dios, para interceder por ellos, pidiéndole que, limpios de toda mancha, los acoja en su reino de paz y de amor.
    Dios no está al margen de nuestra vida; reside en la raíz misma de nuestra existencia; existimos por él, y es explicable que existamos para él, a cuyo fin, la fe nos acompaña conmemorando cómo Dios mismo vino a compartir nuestra vida y nuestra muerte, y nos franquea el camino que conduce la vida eterna.
    Esta es nuestra fe: que todos los que han vivido con Jesucristo, están llamados a compartir su resurrección. San Pablo nos dice en este sentido, que al filo de la muerte, lo corruptible de nuestro ser, cobra incorrupción, y lo carnal se vuelve espiritual.


Reflexión: Desastres naturales

Decididamente, la geografía está mal hecha. Los desastres naturales han contribuido no poco a que la superficie de la tierra sea como es. Un cerro testigo proclama cuál era el nivel de la tierra en tiempos remotos.  Terremotos, lluvias torrenciales, torrentes y ríos han modelado la tierra. Llega el hombre y toma las medidas pertinentes para evitar contratiempos y los efectos de tales siniestros. Pero las aguas siguen anegando los mismos campos, se desbordan inconteniblemente los mismos ríos y arrastran árboles y viviendas los mismos torrentes encolerizados de siempre. Se toman medidas, se hacen pantanos, se alzan pretiles, y al llegar el temporal, vuelven las inundaciones, los desbordamientos de ríos y torrenteras, y es impresionante el espectáculo de troncos, coches y animales que arrastra un inabarcable mar de lodo. No hay caminos seguros para las nubes, el agua y los vientos. Decididamente, la geografía está mal hecha.

Rincón poético
 
      PROFESOR NOVEL

Oh, no. Que nadie diga. ¡El profesor! ¡El profesor!.
Estaba en ciernes todavía.
Era sólo aprendiz, bisoño acaso.
Él lo sabía y al subir
al estrado calzaba una careta,
porque sabía apenas y decía
con palabras solemnes sus saberes,
apenas aprendidos todavía.
Él reforzaba con sus ademanes
magistrales discursos donde sólo
cabían la palabras,
las sufridas palabras, avenidas
copiosas de palabras
leves, sin peso, como tamo al viento,
rutinarias palabras
girando como cangilones
con el fondo horadado,
palabras desvestidas,
desarrapadas, pobres
palabras tan menesterosas
que pedían perdón, condescendencia,
comprensión, indulgencia.
Cuando, al fin, llegue a ser
un profesor cumplido,
hablará humildemente,
sin remilgar la voz,
sin afeites que dicen, despojado
de su altivez, desnudo
de hiedra trepadora,
de retablos floridos,
con sencillez, lleno de sabia
sensatez, quedamente.
Siempre fue humilde la sabiduría.


 (De Paseando mis sueños)

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