jueves, 22 de noviembre de 2012

La incredulidad

     A la vista de Jerusalén, lamenta Jesús que el pueblo de Dios haya desaprovechado la ocasión de adivinar en él el advenimiento de la verdadera paz.
    Contemplando la ciudad, los peregrinos, ante el bello espectáculo de su grandeza, entonaban el salmo 121: Haya paz en tus muros, y en tus palacios días espléndidos. Por amor de mis hermanos y de mis amigos, diré: La paz contigo. 

    Sólo que Jerusalén ha perdido la ocasión de instaurar la paz con Dios. Dentro de pocos días, el Hijo de Dios  será apresado, juzgado y torturado hasta la muerte.
    

    La incredulidad de Jerusalén es símbolo de la incredulidad de todos los tiempos. Desagraviemos nosotros a Jesús del agravio constante de cuantos rechazan su mensaje de paz y salvación, sin haberse preocupado nunca de conocerle.

   
Reflexión: La Domus Ecclesia


    Jesús llegó a llamar su casa a la de Pedro, donde disponía de una minúscula habitación para descansar. La Iglesia primitiva no tardó en convertirla en lugar privilegiado donde celebrar la fracción del pan. Era la Domus Ecclesia, que pronto dio lugar a un lugar de culto, arrasado por la reprobación excluyente de cuantos se cebaron en la persecución cristiana: judíos, persas, musulmanes y turcos. La excavaciones han descubierto sucesivos planos de iglesias adornados con la exquisitez de sus mosaicos y un fondo de monedas para el ejercicio de la caridad. La actual, reciente, queda aupada sobre columnas, respetando así los sagrados restos, que pueden ser contemplados desde un óculo situado en la planta de la actual iglesia.

Rincón poético


  VIVIR EN CRISTO

 
“Para mi la vida es Cristo
y una ganancia morir”.
Quien no vive como él vive,
es que vive para sí.
Vives a Cristo si arrojas
primero, lejos de ti,
la brida que te somete
a un mundo tan baladí.
Despréndete de ti mismo
y deja de preferir
dependencias que malogran
la aventura de vivir.
No eres tú, si te sojuzgan
la voluntad, ni es así
como, exento de ti mismo,
es Cristo quien vive en ti.
Ojalá, como san Pablo,
un día puedas decir:
Para mi la vida es Cristo
y una ganancia el morir


(De Paseado mis sueños)

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