domingo, 18 de noviembre de 2012

Vaticinio sobre el fin de Jerusalén

    El tema central del evangelio de hoy es el vaticinio del fin de Jerusalén, imagen del fin del tiempo. Algo que no podía ni imaginar el pueblo judío, dada la solidez y el carácter inexpugnable de sus murallas y baluartes defensivos.
    No era ésta la primera vez que Dios ponía en guardia a su pueblo ante sus extravíos. Ya al regreso del exilio, el profeta Malaquías ha de prevenirle, ya que dudosa de la protección divina, pierde la fe en la divina protección y desoye la divina palabra.
Dios les hace saber el amargo fin de los que se apartan de él y el nuevo  amanecer para los que le son fieles, anunciándoles la anhelada edad mesiánica
    Ahora es justamente Jesús quien revela el fin de Jerusalén, a quien el pueblo judío no quiere escuchar. A este fin, el evangelio nos alienta con la promesa de que Dios salva a quienes la escuchan, que la palabra de Cristo no pasa nunca  y que el amor es esperanza para quienes creen en él.


Reflexión: Pergeñar nuestros intentos

    No es lo mismo pergeñar que garrapatear, evidentemente. Pergeñamos algo cuando proyectamos en sus líneas básicas lo que se intenta hacer. Es un modo resumido de planificar lo que nos proponemos llevar a cabo. Garrapatear es otra cosa. Garrapatear es escribir algo con acelerado descuido. Aquello afecta al contenido; esto otro, a la escritura, a la forma. La gente de edad avanzada, en cuyo pulso empieza a golpear la sangre con dudoso impulso, no escribe, garrapatea. A propósito y antes de que se me olvide: ¿Qué explicación tiene que algunos, con cierta frecuencia, digan pergueñar, en vez de pergeñar? No deja de ser un garabato mental, porque la mente en ocasiones, también garrapatea el lenguaje.
    Una de las sentencias de los Porverbios dice que el hombre hace proyectos y Dios tiene la palabra. Es decir: Es propio del hombre planificar en teoría sus deseos y propósitos, pero la acción es propia de Dios; él es quien en última instancia da su visto bueno a los intentos del hombre .



 Rincón poético

           ACÉPTATE

¿Adonde vas mordido por los perros,
sin amo, por el frío de la noche,
tundido por el río que baja desbordado
arrastrando animales, sillas, árboles
desmembrados. Grita desalentada
la gente en algún sitio.
El viento se detiene; no se cree
tanta desolación.
¿Adonde vas
sin casa y sin amigos?  No parece
sino que intentes desandar
el camino. No existe
tal posibilidad. Detrás del día
va a tentones la noche.
El pasado está muerto.
Tus manos lo enterraron para siempre.
Tu camino eres tú.
Comprende que no tenga
ventanas el pasado ni hay regreso.
Acéptate y no intentes
salir de la almadía zozobrante
en que vives ahora tu presente.
El pasado no es nada y está muerto.


(De Paseando mis sueños )

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