jueves, 29 de noviembre de 2012

Signos de destrucción

    Lucas escribe su evangelio con posterioridad al año 70, fecha de la destrucción de Jerusalén, de modo que pudo comprobar por sí mismo la veracidad de los vaticinios de Jesús: Sabed que está cerca su devastación. No hay palabras de despecho en él, tanto acusa el dolor de la catástrofe. No parece sino que anuncia un tiempo evangelizador de los paganos, a cuyo término, el mismo Israel podrá volver a Cristo. Así se expresa, al menos, san Pablo.
    Las señales anunciadoras son expresión de tres espacios, cielo, tierra y mar, que serán trastornados, como en una vuelta al caos originario, a cuyo término, Cristo se hará visible y glorioso. Todo hace pensar que de una profecía se ha pasado a otra, que anunciaría el fin del mundo y la venida definitiva de Cristo, si no es que todo ese conjunto de signos están reflejando una manera simbólica de expresar el fin catastrófico de Jerusalén.
    En todo caso, Jesús está viniendo día a día a nosotros, en la misma medida que nosotros logramos descubrir su presencia en los signos con que Dios siembra de toques de atención el curso de nuestra vida. Jesús está siempre ahí, habitando su Iglesia y habitándonos a nosotros, y su paso no se detiene.


Reflexión: Centros de Estudios Islámicos


    En este pueblo donde vivo, los musulmanes montaron su mezquita, un tanto improvisada, acomodando una vivienda corriente a este fin. Evitan mostrarla como tal mezquita llamándola Centro de Estudios Islámicos, manera disimulada de mimetizar su presencia real como lugar de adoctrinamiento y oración. ¿Pero por qué? Están en un país libre. Otra cosa sería que nosotros intentáramos abrir una iglesia en país musulmán, más estrictos que nosotros. Ahora han abierto otra más espaciosa y mejor dispuesta en otro lugar. Están en su derecho. Hay, con todo, algo que llama la atención en un país acogedor de inmigrantes, y es su actitud huidiza de vivencia aparte de los demás, como en gueto, como evitando el trato con otros, agrupados entre sí. Un modo de ser ellos sin concesión, a su manera, encerrados en sí mismos. Eso sí; todos los años se celebra una reunión interreligiosa que ellos acogen con agrado. Aplaudamos al menos ésta y toda  aproximación.


     Rincón poético


          SUEÑOS


No tengas miedo a soñar.
Sueña como sueña un niño.
Los sueños son el lenguaje
que hablas dentro de ti mismo.
Un lenguaje que recuerda
el que hablaba Jesucristo.

En sueños hablaba Dios
a los hombres al principio.
Son modos de desvelar
sus verdades, acertijos
donde se esconden misterios
inescrutables, resquicios
de la luz inaccesible
de sus ojos infinitos.
Los sueños hablan de Dios
ciertamente. Lo repito:
si quieres ir hasta él,

el sueño sabe el camino.

(De Paseando mis sueños)

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