En pleno tumulto de la fiesta, las opiniones a favor y en contra de Jesús son encontradas. Para unos es un impostor que debe ser quitado de en medio; para otros, basta oírle para percibir en la unción de sus palabras al enviado de Dios. No tardan en intervenir los ancianos del Sanedrín, donde Nicodemo les insta a reflexionar con mesura, de modo que optan por irse cada cual a su casa al no ponerse de acuerdo. Jesús podría decir una vez más que no había llegado su hora todavía, pero la sombra de la cruz se cernía ya sobre quien consumaba sus días y tenía ya el rescate entre sus manos.
Cristo no dejará ya nunca de ser motivo de aceptación rendida y repulsa radical
Reflexión
Paralelismos de conversión
La parábola del hijo pródigo, que dilapida su fortuna y sufre extrema degradación, es paralela al episodio histórico que protagoniza María Magdalena. En ambos textos, el tema es la conversión, allí para persuadir a escribas y fariseos que Dios busca con preferencia el retorno a su gracia de los pecadores; aquí, Magdalena encarna esa condición pecadora, a quien Jesús mueve al perdón y convierte en colaboradora de la evangelización.
Rincón poético
CREER ES EL PRODIGIO
La puerta de la fe no es el milagro.
No es el relámpago nervioso
quien siembra el grito en la tormenta.
Ni el relumbrón con que Dios nos sacude
nuestra indolencia, ese dormir despierto
en mitad de la niebla,
como a un almendro el protegido
fruto de la cosecha.
No esperéis que el temblor
de un relámpago os tire del caballo.
Nace la fe del corazón.
Es el amor quien cree.
Los ojos con que mira
el amor esclarecen
la verdad del camino.
Los ojos ven cuando la luz difunde
su alegría de Dios
floreciendo en el árbol de las cosas.
Agua es la fe que Dios alumbra.
El milagro es la luz; el corazón,
los labios confesores de la fuente.
(De La verdad o tiene sombra)
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