viernes, 22 de marzo de 2013

El Padre está en mí

    Una y otra vez, los judíos, que en Jesús ven sólo al hombre y no adivinan en sus obras ese perfume a divina trascendencia, intentan apedrearlo porque les chirría su lenguaje.

        Y Jesús va como en zig-zag esquivando las barrabasadas de su mal humor.
El argumento que esgrime Jesús es inconcuso: Si no os place creer en mi, creed al menos en lo que prodigiosamente hace la mano de Dios. En cuyo caso, habréis de creer que el Padre está en mi como yo en él.

                Reflexión

El misterio de Jesús

Jesús, como palabra del Padre, es su lenguaje entre los hombres, hablando de manera reveladora. María y José conocieron el misterio de la salvación oculto a todos. Jesús encarna ese misterio e irá como devanándolo para que sus seguidores, colaboradores privilegiados de su obra, puedan pregonarlo a todo el mundo. El misterio era él, muerto y resucitado para nuestra justificación.


                 Rincón poético

                LA NAVE DEL DESEO

           Seguirte, ya te sigo y me sé todas
           las piedras del camino en que tropieza,
          pero me falta sujetar lo que hago,
          a los varales de lo que pretendo.
          Desengañado de mis certidumbres,
          sólo en ti toda confianza tengo.
          Una cosa es querer, saber la verja
          que encuadra tu proyecto,
          y otra distinta la manera
          de ir decididamente hacia tu encuentro.
          No hay caminos seguros en la arena
          incierta y movediza del desierto.
          Señor, tú que me sabes y penetras
          con tu aguda mirada mis adentros,
          impulsa con tu mano poderosa
          la débil barca en que en tu mar navego,
          para alcanzar mi pretensión tardía 
          de darte alcance cuando toque puerto.
   
                  ( De La verdad no tiene sombra)

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