domingo, 24 de marzo de 2013

Hosanna

Bendito el que viene en nombre del Señor.
     El Canto cuarto del siervo de Dios, de Isaías, nos muestra a Dios identificado con su palabra divina, como anticipo de Cristo, su Hijo, a quien corresponde realizar su designio salvador, dando su sangre en rescate nuestro.
  La profecía es una relectura teológica de la historia de Israel acosado por la hostilidad de sus enemigos. Y así es cómo el profeta, a través de esa visión, en un largo lamento, atisba la figura divina de un salvador que cargará con los pecados de muchos, en un mensaje de esperanza mesiánica. Por eso, el evangelio de Juan lo presenta como Cordero de Dios que borra nuestros pecados.
El Siervo soportará sin rechistar insultos y ultrajes, anticipando a Cristo, que responde al mal con bien. Y es que Dios despoja a su Hijo de su condición divina, para convertirlo en hombre capaz de soportarlo todo, hasta la muerte, a fin de hacer de nosotros, resucitando, hijos de la luz e hijos de Dios.

El domingo de Ramos es el punto de partida de la semana grande de nuestra fe cristiana. Por lo que, además de acompañar hoy a Jesús triunfante, conviene más avivar nuestra fe para que dé sentido a cada acto y a nuestra vida.


Reflexión

La muerte en la esclavitud

No es lo mismo ser siervo que esclavo. En la esclavitud el hombre deja de ser dueño de su vida. La pierde. Y perder la vida es morir. La esclavitud es una situación de muerte; un hombre encadenado al pecado, no vive, ni tiene horizonte al que tender; la verdad, en cambio, devuelve la vida, los ojos mirando a Dios. Es la razón por la que Jesús, que hace partícipe de su vida a quien justifica, puede decir: Yo doy la vida a quien quiero, dueño de la vida al fin.


Rincón poético

        LLOVIZNANDO

La lluvia cuelga una cortina verde 
en mi ventana,
mientras la acera ya anochece
al oscuro vaivén de los paraguas.

¿Por qué va a tumbos, ciega,
la luz de los relámpagos?
Va herida por la espalda por el súbito
tirabuzón de un rayo.

¿Quien nos está lloviendo
esta lluvia tan fina,
bajo un toldo agorero de nubes
que acongoja la vida?

Para buenos y malos igualmente
cae esta lluvia, igual para los dos.
Tan delicada lluvia 
sólo la llueve Dios.

Si es de Dios esta lluvia,
está lloviendo mucho más,
que él se llueve a sí mismo.
Lluévanos sin cesar.

(De La verdad no tiene sombra)

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