viernes, 8 de marzo de 2013

El primer mandamiento

    Lo importante no es saber mucho, sino tener ideas claras y ser consecuente con lo que se sabe. La dificultad no está en amar o no amar, sino en saber qué he de amar o qué no. Hay que discernir entonces si mi Dios es mi único Dios, si no multiplico otras muchas cosas que lo sustituyen. Si lo amo de verdad, con esa intensidad que exige amar con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y todas las fuerzas. Tal vez sea ahí donde empieza la verdadera dificultad. No en amar, sino en amar mil otras cosas sustitutivas de Dios.
    El amor es la esencia de la buena nueva, y es muy importante llegar a ese convencimiento, porque si se tiene tan buena voluntad como ese escriba que interpela a Jesús, y acepta su palabra, la respuesta de Jesús no deja lugar a dudas: No estás lejos del reino de Dios.


Reflexión 

El pesado yugo

    Yugo pesado era la profusión de  preceptos añadidos por los sabios de Israel a la Ley de Dios, en sucesivos intentos por actualizarla a las circunstancias de cada día. Su excesivo número llegó a crear estados de confusión y a no saber qué mandamientos eran son los importantes y cuales no. Todo lo que hace Jesús en su respuesta al escriba es recordarle lo que preceptivamente ha de rezar tes veces al día todo fiel judío reza: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con toda tu mente y todas tus fuerzas. Es el shemá, oración de la que se vale Jesús para explicar que no había que confundir a los fieles con aquel acerbo de añadiduras legales.           
    Jesús, que reduce todo a amar a Dios y al prójimo, podrá decir que su yugo es ligero.


Rincón poético

EL VIENTO DE LAS CUMBRES


Pudiera ser que el viento
blanco de las montañas
bajara al pueblo patinando
sobre la nieve. Al viento
lo delata la mano con que agita
las hojas de los árboles, y a veces,
cuando flagela enloquecida
tejados y aladares
la furia de sus látigos,
la sibilante voz de sus chasquidos
amedrenta gorriones y ventanas.
Hoy tiene el pulso reposado.
Dejadle que retoce revolcando
en la nieve la cola distendida
de su larga presencia.
Que no lo azuce incontinente el perro.
Poned bozal a sus ladridos.


(De La verdad no tiene sombra)

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