lunes, 13 de mayo de 2013

Ahora sabemos que sabes

   Jesús para afirmar la fe de los suyos les anticipa cosas muy pronto comprobables, porque están a punto de ocurrir, como, por ejemplo, que está llegando el momento en que se dispersen despavoridos y le dejen solo. Y hace un balance de todo lo dicho hasta ahora, para confiarles que lo hace para que no tiemblen ante la adversidad y hallen paz en él.
    Esto es lo importante. Jesús, incluso al borde de su muerte, está siempre pendiente de los suyos y dispuesto a hacerles partícipes de su paz, para evitar que tiemble su corazón. No lo olvidemos nunca. En su compañía, no ha de faltarnosjamás la paz que él da a quienes le buscan. Ni qué decir tiene que importa mucho estar siempre en paz con Dios, estar siempre a buenas con Dios.
Que su paz, pues, esa paz imperturbable de quienes están en el mundo, pero no son del mundo, sino de Dios, la paz de Cristo, no nos falte nunca y esté siempre con nosotros.                                      
                                 
  
                                          Reflexión

                                                                Hoy como ayer

El evangelio tiene una rabiosa actualidad que sorprende a cuantos lo leen. Es como si se hubiera escrito hoy mismo. Jesús dice en él que dar muerte a cristianos llegaría a ser tenido como un modo de dar culto a Dios. Quien lee esto, piensa de inmediato en quienes, en nombre de su dios matan a cristianos o les niegan los mismos derechos que no se les niega y exigen ellos en países de tradición cristiana. Jesús sigue hablándonos hoy como ayer.


                                       Rincón poético

EL GALLO DE LA VELETA

Hay un gallo en la veleta
que no ha aprendido a cantar.
Algo tiene en la garganta,
dice gente del lugar.
Su trompeta vigilante
nadie sabe dónde está.
Tres veces reprendió a Pedro
con la suya singular,
al amanecer de un día
más sangriento que un lagar,
otro gallo, aquella noche,
que es mejor no recordar.
No fue un canto, porque fue
un grito descomunal,
ni usó chillona trompeta,
que usó más bien un puñal.
En lo alto del campanario
hay un gallo de metal
al que le llena de gozo
que no ha aprendido a cantar.

( De La flor del almendro)

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