miércoles, 1 de mayo de 2013

En Nazaret



¿Quién no conoce a Jesús es Nazaret? El hijo de José, el carpintero, el hijo humilde de María. Un hombre corriente, cuya sabiduría no tiene fácil explicación. Para sus paisanos, es un atrevimiento escandaloso que se presente como Mesías en su propio pueblo, lugar donde difícilmente puede hace milagro alguno, porque carecen de fe en su persona.  
La fe es el desencadenante de sus prodigios, el tapete ante el que Jesús puede entrar en diálogo con quienes, necesitados, ponen en él su confianza. La fe nos descubre su condición divina; el amor lo copia difundiendo su luz,  la esperanza pone en él la ofrenda del propio presente y futuro olvidándose de sí. 
Que él nos admita entre los suyos.



                          Reflexión

               La divina palabra nos juzgará

Jesús, en el evangelio de san Juan, declara que como palabra del Padre que es, enseña sus verdades, y sucede entonces que desoírle a él equivale a desoír a Dios mismo. No faltará quien escuche y ponga en práctica sus verdades y quien, como en Nazaret, les dará la espalda. Sólo que al final, la palabra divina será quien les juzgue, porque la verdad declarará la falsedad del hipócrita, la indiferencia del indolente y las infracciones de la infidelidad en que incurramos unos y otros.


                      Rincón poético

LLUVIA EN PRIMAVERA

Esta primavera
no se deja ver.
El día está triste
de tanto llover.
¿Qué pasa que afecta
de tal modo, que
nos sentimos tristes
nosotros también.

Esa primavera 
no se deja ver.
Se ajaron las rosas, 
desluce el clavel;
sólo el musgo vuelve
a reverdecer,
sobre los tejados,
tan reseco ayer.

Esta primavera
no se deja ver.
Llovía de noche,
hoy llueve también;
llueve de mañana
y al atardecer. 
Las nubes se cansan
de tanto llover.

Esta primavera
No se deja ver. 


(De La flor del Almendro)

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