miércoles, 8 de mayo de 2013

El Espíritu Santo me glorificará

Esta semana la dedica la liturgia a darnos a conocer el contenido de nuestra fe en el Espíritu Santo, por boca de Jesús. Son, pues, palabras altamente reveladoras del misterio de Dios.
Jesús dice que le glorificará el Espíritu de Dios. ¿Qué quiere decir con ello? Quiere decir que el Espíritu, que es Dios mismo, les hará comprender todo lo que él mismo les ha revelado ya, pero cuyo sentido se les escapa todavía; que el Espíritu de Dios les educará esclareciéndoles cuál será el sentido último de su muerte y el orden nuevo que sobrevendrá, una vez haya sido instaurado Jesús como cabeza de la Iglesia que está fundando aún.
Al Espíritu de Dios le toca, pues, ahondar y hacer entender el mensaje de Jesús y  patentizar su amor al mundo, o lo que es lo mismo, su gloria. Y es que el Espíritu de Dios, depositario de todos los dones, es quien nos capacita para realizarnos como cristianos y miembros de la Iglesia, desde cometidos comunitarios e individuales distintos.
Que nos dé la necesaria sabiduría para conocer nuestros misterios, y el consejo que nos facilite proceder siempre con el mejor criterio en todo.

Reflexión

Todo lo que pidáis en mi nombre...

Para los judíos, el nombre de una persona no tiene meramente una función distintiva, sino que significa a la persona misma, el nombre es ella. Así sucede que en la literatura bíblico el nombre de Dios es su persona misma. Y eso mismo es lo que hay que entender cuando Jesús promete a sus discípulos que obtendrán cuanto pidan a Dios en su nombre. San Pablo, escribe a los cristianos de Tesalónica que hagan el bien y practiquen la fe para gloria del nombre de Jesús, y proclamaba, también por eso, que ante el nombre de Jesús había que doblar toda rodilla. Pidamos, pues, a Dios lo que necesitemos, en el nombre de su Hijo.

                                   Rincón poético

      LA CONTAMINACIÓN

El aire fementido
de la ciudad, enfermo y amarillo,
¿quién halla un poco de agua y una esponja
para limpiar sus ventanales 
por donde pugna por nacer el día?
El ambiente está sucio y desdentado
como boca famélica de rata.
Llega la luz esmerilada
y nos escuecen
los ojos de acidez. Más vale un árbol
junto a una acequia 
que una calle opulenta y mercader
que no conoce el campo. Las montañas
se alejan asustadas, temerosas
de las alcantarillas, esa oculta
ciudad avergonzada
que habitan roedores.
Volved a poner puertas
a la ciudad, que no se vaya
la gente, hasta que llueva,
y la mano de Dios lave solícito
con la nítida esponja de su luz
la mugre pegajosa que entenebrece el día.

(De El almendro en  flor)

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