lunes, 17 de junio de 2013

A quien te abofetea, preséntale la otra mejilla

Nada de tomarse la justicia por su mano. La norma de responder a una injuria u otra clase de ofensa, de modo semejante, fue al principio, en Israel, un intento de evitar excesos en la represalia, y se estableció esa forma de equilibrio. Pero era una norma que alimentaba y sancionaba como justa la venganza. Jesús se opone a ella sin paliativos.
Si Dios nos perdona las mayores injurias, no hay razón para que el hombre no haga otro tanto con sus semejantes. Si él nos hizo a imagen suya, debemos de obrar con la bondad e indulgencia con que obra él. Los mandamientos han sido diseñados por el Padre de la misericordia. Ese es el espíritu con que nosotros, siguiendo a Jesús, debemos interpretarlos.

Reflexión

En la montaña




Hay un signo simbólico en el pasaje de las bienaventuranzas donde se nos sugiere entre líneas que son la ley de Jesús, la pauta de vida que hay que abrazar. Jesús sube a la montaña y allí les dicta su ley, como sube Moisés al Sinaí a recoger la expresión de los deseos divinos. La Torá es la ley de la antigua alianza; las bienaventuranzas, la de la nueva con que nos sella Jesús. Desde esta ley que sella la alianza cristiana, Jesús interpreta el sentido plenificador de la ley de la antigua alianza.


Rincón poético
       A UNA NIÑA

No sólo la natural belleza descuidada
de tus ojos, esa espontaneidad
de mirar todavía honestamente
las flores, la fachada
de enfrente, los juguetes, las personas
tus uñas sin pintar.
No sólo es tu belleza recatada, 
no es, no, la compostura
de la sincera sencillez
de vestir con soltura no aprendida
tus vestidos de niña
como quien lleva puesto
todo un prado de abejas y amapolas,
Tu bondad es más bella todavía,
porque las cosas bellas no poseen
elegancia o nobleza, no están vivas.
Tu eres la vida misma, floreciente
como siempre lo fue el amor.
Mírate en el espejo.
No te verás como te vemos.
Sigue así. Tu belleza
interior, tus mismos ademanes
modestos, tus miradas
honestas, nos reprochan
no ser como tú eres.


(De La flor del almendro)

No hay comentarios:

Publicar un comentario