jueves, 27 de junio de 2013

No todo el que dice Señor, Señor...

Dice Jesús que no basta con rezar y rezar, si la oración no tiene el complemento consecuente y necesario de una conducta ejemplar. La práctica es el remanso en que desemboca la oración, cara y cruz de una misma moneda.

De nada sirven tampoco los dones extraordinarios con que puede adornarnos el Espíritu, si no respaldamos con ellos  nuestra obra misionera en el mundo y damos credibilidad a nuestras obras.  San Pablo decía que aunque hiciera prodigios, que los hizo, si no amaba firmemente a Dios y se entregaba hasta vaciarse por los demás, era como una campana que repica escandalosamente para nada.

Jesús, Palabra de Dios, se encarnó en María. Si no encarnamos nosotros a Cristo en nuestra vida, faltos de fundamento, las adversidades,  la tibieza, el cariño egoísta con que nos cuidamos con tanto esmero, crecerán y crecerán hasta convertirse en torrente que nos arrastre. Dios no está en las nubes. Dios está aquí donde nosotros queremos que esté, si ponemos por obra su palabra, y la vivimos hasta hacer de ella la fuerza que respalde nuestra oración y nuestra conducta para con los demás.

Reflexión

La noticia a legre

El evangelio es un género bíblico que nos da a conocer a Jesús. Se llama así porque nos transmite a todos una noticia alegre, una buena noticia. En Jesús significa la bondad con que Dios se pone a favor del hombre. En Nazaret, Jesús, comentando a Isaías, dice que es él el enviado de Dios, ungido por el Espíritu divino, para anunciar la buena nueva, y llegará a convertirse él mismo en esa buena noticia una vez muerto y resucitado. Marcos fue el primero en poner por escrito ese evangelio de Jesús.


Rincón poético

     MIS COSAS

Puedo decirte muchas cosas
que nunca he dicho a nadie.
Puedo decirte quién me puso 
equivocadamente
este nombre, por qué
he vivido hasta ahora
a pesar de que tuve
que salvar una cuesta
tan fragosa, tan áspera,
por qué tengo en la piel
tan delgada del alma estos rasguños.
Puedo decírtelo, coger
mi rosario e ir rezando
misterios dolorosos, casi todos
gozosos al final, 
incluyendo esforzado los que duelen, 
si es que lavas un día
las cicatrices con agua bendita,
el agua milagrosa del perdón.

(De La flor del almendro)

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