martes, 11 de junio de 2013

El reino de Dios está cerca

Jesús sugiere a sus discípulos el tema sobre el que han de predicar: el Reino. El Reino de Dios está cerca. Es lo que dice también al escriba que le pregunta por el más alto de los mandamientos y que entiende que no hay como amar a Dios y al prójimo por encima de todo: No estás lejos del Reino de Dios, le responde Jesús.
No es a los discípulos a quienes corresponde proclamar la conversión, sino anunciar escuetamente la venida del Reino, que está ya entre los hombres, está ya entre vosotros, les advierte a unos fariseos, porque ha venido con Jesús, y hay que abrir las puertas de la aceptación del mensaje de Jesús, llevando a la práctica la nueva ley del amor.
De lo que dice al escriba, que tiene a gala proclamar el amor como camino de bien vivir, se deduce que el amor es lo que da curso al Reino por los caminos de Dios. Y el que anda ese camino, da pasos agigantados hacia las puertas doradas de ese divino espacio.
Hagamos ver a los demás con la luz de Cristo los beneficios de saber estar en todo a su altura y ser para Dios, Señor de ese Reino.

Reflexión

Apellidos insólitos

En determinados documentos he dado con un fraile llamado Bosque de apellido y otro Ciprés, tanto da. No se le culta a nadie que hay apellidos de extrema rareza que, un día, al conocerlos, nos sorprenden. Tampoco es corriente denominar Bosque o Ciprés a una persona, sea cual fuere su altura y su pujanza, pero convengamos en que es grato descubrir tan amenos distintivos en alguien , lejos de los vulgares, López, Fernández o García tan a la mano. Si además, como es este caso, se trata de dos frailes franciscanos, tan amantes de la naturaleza, el bosque y el ciprés que les dan sombra bendita, no desmejoran de otras no ingratas compañías nominales. 

Rincón poético

NO SABEN TU CAMINO

Salgo al camino, mi Señor, al tuyo,
tan poco frecuentado por la gente.
¿Qué hay que decir al hombre, desnortado,
qué, Dios mío,
para que reparen que eres tú
quien les convocas incesantemente
porque son ellos los que te necesitan?
¿Qué he decirles yo, concretamente?
¿Con qué palabras que no tengo?
La palabra no es todo. 
Hay que encarnarla a flor herida,
para que vean con los ojos,
ya que no con la fe que no profesan,
la luz divina de tu realidad 
tatuada al fuego en nuestra misma carne.
Hay que lograr que de algún modo vean
tu presencia en nosotros,
que reconozcan cómo vives
pendiente de que un día
descubran tus pisadas luminosas
en la sufrida tierra del camino 
que no saben andar,porque no te conocen.


(De La flor del almendro)

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