sábado, 8 de junio de 2013

El Niño perdido en el templo

Perder a un hijo para sus padres es un suplicio difícil de soportar. Buscarlo y no saber dar con él, un tormento. María ha perdido a un hijo, pero es que ese hijo lo es de Dios y a José correspondía protegerle. En Jericó se organizaban los peregrinos por tribus, y una vez cumplido con la Pascua regresaban nuevamente a Jericó para organizarse otra vez y emprender el regreso a sus aldeas. José y María, que estiman que el niño había bajado con otros jugando, según se acostumbraba, al comprobar que no ha salido del templo, han de regresar nerviosos por la empinada cuesta. Es lógica la repulsa de los padres e inesperada la respuesta de Jesús, que empieza a sentirse Hijo de Dios y ha de ocuparse de sus asuntos.
La frase de Jesús dice mucho del aprendizaje a que se va sometiendo María, que guardaba en su corazón, o sea, en su memoria, todo lo que concernía al misterio de Jesús. Saber de Jesús es saber estar cerca de él. Y estar cerca de él, una buena medida par no perderlo.

Reflexión

Amor desinteresado

A Dios se le ama desinteresadamente desde el agradecimiento por habernos amado él primero. Frente al acopio de obras con que el judío había de granjearse su salvación como precio que le daba derecho a merecerla, el amor cristiano no se mueve por supuestos méritos ni exigencias, sino por fidelidad a quien nos ama sin medida, lo que compromete y condiciona nuestro amor.

Rincón poético



     LAS CIGÜEÑAS

Las cigüeñas se van. Todos los años,
emigra el lento vuelo de sus alas,
nadie sabe hacia dónde. Han soportado
el incendio amarillo del verano, 
el sudor fatigoso
de la noche estival, tendida al fuego
de hogueras que no están.
Se van sin prisa, dibujando
en el cielo la punta de una flecha
que no sabe del vértigo en su huida.
Vuelan pausadamente, casi quietas,
como quien adivina
su borroso destino en lontananza.
Queda vacío, sobre el campanario
la impronta imperturbable
de la efigie asimétrica,
sobre el acervo enmarañado
del nido perdurable.
Como las golondrinas, al conjuro
entristecido del poeta,
volverán también ellas
a poblar los sembrados y el paisaje,

(De La flor del Almendro)

No hay comentarios:

Publicar un comentario