sábado, 22 de junio de 2013

La providencia

No se puede tener un pie en la casa de Dios y el otro en la falsa frivolidad de  idolillos, como el sexo, las drogas o el dinero. Para tener los dos en la de Dios, hay que volverse de espaldas a todo lo que arruina nuestra plena confianza en él, que si murió por nosotros, se desvive igual por estar más pendiente de nuestra precariedad, que de la belleza insensible de la naturaleza que él creo, admirable siempre, eso sí.
Confiar en Dios hasta olvidarse de uno mismo, es obligarle a que él se haga cargo de nosotros.  

Reflexión

Jesús centro de la historia


El camino que abre Jesús a los suyos, es el nuestro en la medida que nos sintamos renovados en  su seguimiento. La novedad del hombre cristiano es la que pone a Jesús en el centro de todo, porque por él se ha hecho todo, y ha hecho de nosotros hombres distintos, sellados por el pan y el vino de una nueva alianza. Ir con él es aportar nuestras manos a la empresa resucitadora de su cruz. 
Pidamos por cuantos no se atreven a desandar su propio camino, a fin de dar con el que Jesús dice ser él.

Rincón poético

ENSEÑA DE TODOS

Que nadie diga suya
la nube ni la tarde, 
el temblor de la noche o el aroma
arrodillado del incienso.
Nadie se apropie en exclusiva
de lo que hicieron todos, que no ondee
sólo sobre su frente una bandera
donde aplicó besos de sangre
una historia ejemplar. 
No es un envilecido trapo
donde enjugar el llanto o apagar
el sudor noble del trabajo.
Es un arco triunfal que conmemora
las nobles aventuras
del heroísmo y la atrevida gesta 
descubridora. Fuego y oro,
sangre y valor, lanza y corona,
acuñaron el pecho de esta enseña
que no sabe ponerse de rodillas.
Que nadie vilipendie
las fimbrias de su honor, nadie la exija
como blasón servil y escudo acaso
de su breve casona nobiliaria.
Lleva en su tela el corazón de todos.

(De La flor del almendro)

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