Jesús condena las falsas apariencias. Fingir es un modo teatral de disimular lo que somos, un modo de no vivirnos a nosotros mismos, porque se inviste uno de otro que no eres tú, y no se vive uno a sí mismo tal cual se es, se vive a ese otro que no somos, como el actor. El hipócrita no vive su vida; finge ser otro y la falsea.
Cristo nos pide autenticidad, que seamos verdaderamente lo que somos, porque él es la verdad y le incomodan la mentira, la ocultación y los encubrimientos. Opuesto a la autenticidad está el fingimiento. Fingir es emboscarse, no dejarse ver, porque no se atreve uno a que los demás le vean como es. El que finge y se mimetiza, es un embustero de sí mismo, un prestidigitador de su propia mentira.
Se finge por temor a los demás. Quien finge, algo teme. Teme que descubramos su verdadera identidad, como hace el ladrón, como hace el criminal y el embustero. Amemos la verdad, que es tanto como a amar a Cristo, y rezumaremos autenticidad por los cuatro costados.
Reflexión
La salvación aquí y ahora
En el evangelio de Jesús la salvación es una gracia que hay que obtener ya ahora, con la conversión; la salvación es para hoy mismo. Jesús dice desde un principio que ha venido a predicar la conversión y la fe en su persona. Se ve de manera patente en Lucas, donde dice a Zaqueo que, convertido a Dios, hoy ha llegado la salvación a esta casa, y al ladrón convertido, le promete que hoy estarás conmigo en el paraíso.
No dejemos para mañana lo que debes acometer hoy mismo.
NUBECILLA BLANCA
Una nube blanca
hasta el cielo sube.
¿Qué tiza impoluta
dibuja esa nube?
¿Es cal, es incienso?
Los cielos azules
no siempre nos muestran,
ni tienen costumbre,
cisnes tan pausados,
esas velas de hule.
Su blancura es tal,
que un ramo de luces
no fuera más claro.
Que nadie lo dude.
Tiza sobre cal,
para que redunde.
Una nubecilla.
¡Qué cosa tan dulce!
(De La flor de almendro)
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