viernes, 28 de junio de 2013

La fe del leproso


   La fe del leproso es decisiva. Da por sentado que Jesús está capacitado para limpiarle de la lepra que le carcome. Si quieres, puedes curarme. Cabría pensar que pone a Jesús en el disparadero de curarle de sus dolencias. Jesús puede, viene a decir el paciente desde el convencimiento, ya que ha curado a otros; falta además que  quiera, porque es libre de curarle o no. La fe del leproso no sólo es convincente, es también inteligente. Y Jesús le cura.
Jesús ha convertido su vida en atender a todos los que arrastran quebrantos y dolencias, porque se ha encarnado en el desvalimiento del hombre, y carga con nuestra pobreza, nuestros desvíos, nuestras enfermedades, nuestros pecados. Sólo requiere de nosotros que creamos en él y acabemos por amar a todos como lo viene haciendo él.
Que Jesús nos sane de la enfermedad de creer a medias y de nuestras debilidades, para que nuestro amor a todos se aproxime al suyo al menos.

Reflexión

Los sacramentos


No necesariamente hay que atribuir a Jesús la creación de todos los sacramentos. Los hay como el bautismo, la eucaristía y el perdón de los pecados que inaugura y prescribe Jesús, si bien la Iglesia les ha ido dando forma en constante evolución, desde los cambios culturales y el poder de las llaves de Pedro. El bautismo aparece asociado a la acción del Espíritu Santo, a la muerte y resurrección de Cristo. La eucaristía, sellando la alianza con Cristo, simboliza la entrega del cuerpo y sangre de Cristo, como alimento de nuestra espiritualidad, en un banquete que remite al de la eternidad.


Rincón poético

     TÚ VERÁS

Tengo clavado todavía
 un puñal en la espalda,
y la mano asesina
me ha perdido perdón.
Señor, es hijo tuyo.
Haz con él lo que quieras, mi Señor.
Mi cruz me la dan hecha y me la imponen.
Por ti la acepté yo. 
Y hoy la misma vileza
me ha perdido perdón.
Señor, es hijo tuyo.
Haz con él lo que quieras, mi Señor.    

(De La flor del almendro)

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