La fe del leproso es decisiva. Da por sentado que Jesús está capacitado para limpiarle de la lepra que le carcome. Si quieres, puedes curarme. Cabría pensar que pone a Jesús en el disparadero de curarle de sus dolencias. Jesús puede, viene a decir el paciente desde el convencimiento, ya que ha curado a otros; falta además que quiera, porque es libre de curarle o no. La fe del leproso no sólo es convincente, es también inteligente. Y Jesús le cura.
Jesús ha convertido su vida en atender a todos los que arrastran quebrantos y dolencias, porque se ha encarnado en el desvalimiento del hombre, y carga con nuestra pobreza, nuestros desvíos, nuestras enfermedades, nuestros pecados. Sólo requiere de nosotros que creamos en él y acabemos por amar a todos como lo viene haciendo él.
Que Jesús nos sane de la enfermedad de creer a medias y de nuestras debilidades, para que nuestro amor a todos se aproxime al suyo al menos.
Reflexión
Los sacramentos
No necesariamente hay que atribuir a Jesús la creación de todos los sacramentos. Los hay como el bautismo, la eucaristía y el perdón de los pecados que inaugura y prescribe Jesús, si bien la Iglesia les ha ido dando forma en constante evolución, desde los cambios culturales y el poder de las llaves de Pedro. El bautismo aparece asociado a la acción del Espíritu Santo, a la muerte y resurrección de Cristo. La eucaristía, sellando la alianza con Cristo, simboliza la entrega del cuerpo y sangre de Cristo, como alimento de nuestra espiritualidad, en un banquete que remite al de la eternidad.
Rincón poético
TÚ VERÁS
Tengo clavado todavía
un puñal en la espalda,
y la mano asesina
me ha perdido perdón.
Señor, es hijo tuyo.
Haz con él lo que quieras, mi Señor.
Mi cruz me la dan hecha y me la imponen.
Por ti la acepté yo.
Y hoy la misma vileza
me ha perdido perdón.
Señor, es hijo tuyo.
Haz con él lo que quieras, mi Señor.
(De La flor del almendro)
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