No observa el espíritu del mandamiento quien se limita a cumplirlo a la letra, no matando, sino quien rechaza toda forma de violencia, como agredir, incordiar, insultar, o inferir cualquier otro daño. Frente a la violencia, los mandamientos nos instan al amor. Donde hay amor, no hay violencia.
Jesús considera la ley en general como la senda que nos permite volver al espíritu del amor con que hemos de tratar a Dios, porque su ley es la ley del amor. Jesús dice que ni siquiera podemos presentar dignamente ofrenda alguna a Dios, con las manos manchadas con una ofensa a otro. La Iglesia se hace eco así de esta divina recomendación, anteponiendo un acto penitencial al comienzo de la celebración eucarística. Tengámoslo en cuenta y recémoslo con la clara conciencia de que es Jesús quien nos exhorta a que pidamos perdón por todas nuestras ofensas
Reflexión
El espíritu de la ley
Jesús respeta la Ley, pero cuando la ley queda reducida a mandatos externos y objetivos, cumplidos de manera rutinaria y ritual, lo que propone es volver al espíritu del amor con que Dios lo hace todo, porque la ley de Dios es tanto como la ley del amor. Ejemplo revelador de esa torpeza es el servilismo de que han rodeado los fariseos el cumplimiento sabático. Con todo, Jesús no impide su cumplimiento; corrige, eso sí, los excesos que desfiguran su propósito al revelar Dios su voluntad.
Rincón poético
LA GLORIA DEL MARTIRIO
Tus llagas no se cierran,
siguen manando sangre
en cuantos, con la suya,
la tuya hacen más grande.
Mártires que atestiguan
que la fe de los mártires
se desangra de amor
por el tuyo. Bien vale
darlo todo por ti.
Gana mucho en el canje
quien por ti se da todo.
Tú te diste de balde.
(De La flor del almendro)
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