martes, 4 de junio de 2013

La integridad de Jesús


Es interesante que los adversarios de Jesús, al intentar adularle con las malas artes de la mentira, reconozcan que es un hombre íntegro y sincero. Se dice en la Escritura que de la boca de los inocentes se sirve Dios para decir la verdad; de la boca de los enemigos de Dios, se escapa, a veces, el reconocimiento de la integridad de su Hijo.
Es obvio que no se mató a nuestros mártires por ser perversos, sino por ser cristianos, por ser hombres de bien que amaban a Dios y su verdad. En la sentencia iba inscrito un reconocimiento.
La palabra de Dios y su verdad es lo que da sentido a nuestra vida. No nos arrepintamos nunca de ser lo que somos, porque mientras haya quienes no nos aceptan; tenemos la prueba de que vamos por el buen camino, el camino de la verdad y la vida.

Reflexión

El Sanedrín y Roma

La dependencia de Roma, aminora los derechos del pueblo judío, y esa minusvalía alcanza al tribunal de justicia que es el Gran Consejo o Sanedrín. Se discute si estaban dotados para inferir pena de muerte. Todo hace pensar que en el plano civil, se reservaban la autoridades romanas el derecho a dirimir conflictos de tal índole. Es Pilato quien ajusticia a los galileos sediciosos y a él le someten y piden la pena de muerte
de Jesús, acusándole de sedicioso: se ha proclamado rey, le acusan los sacerdotes. Gozaba el Sanedrín de penas menores como el castigo de los azotes a Jesús y a los apóstoles, muerto él, porque predican su fe. 


Rincón poético

        LO TENGO TODO

Para el que nada tiene porque nada
de lo que tiene es suyo, es suficiente
poder amar y estar seguro y satisfecho
de que es amado en reciprocidad
por quien conoce bien tan alta disciplina.
Nunca es pobre del todo o no percibe
su penuria, quien ama y es amado. 
No hay tesoro valioso en parte alguna
para comprar, Dios mío,
el amor que te tengo 
y a mí me tienes tú. Reparte todo
tu amor entre los hombres,
Señor, lo necesitan.
Pobres de amor, entiendo que son muchos
los que pueden amarte todavía.
Tócales con las yemas de tus dedos
el corazón, pon un anillo
de amor en sus latidos, que al fin sepan
la fiel generosidad de tus delicias.

(De La flor del almendro)

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