martes, 18 de junio de 2013

Aborrecerás a tu enemigo


Nada más lejos de la ley de Cristo que el odio a nadie. Jesús ordena que se perdone incluso al enemigo. ¿Cómo se le va a odiar? Cierto que Israel, pueblo pequeño, rodeado de pueblos hostiles, hubo de pelear para su pervivencia, y no pudo nunca bajar la guardia, pero una cosa es vivir vigilantes y otra muy distinta profesar odio a nadie. 
Jesús no es partidario de que sus seguidores echen mano de la espada para defenderse de quien te hiere u ofende, y no sólo lo enseña, lo vive y lleva a cabo cuando sus enemigos le llevan a juicio y le sentencian a muerte. 
La represalia se opone a la santidad de Dios. Y hay que ser santos como Dios es santo, enseña la Escritura.


Reflexión

El amor en san Francisco


San Francisco, en esto como en todo, seguía a Jesús al pie de la letra. Suya es aquella oración tan bella y popular:
Haz de mi un instrumento de tu paz. 
Donde haya odio, ponga yo amor.
Donde haya ofensa, ponga yo perdón.
Donde haya agravio, ponga yo amistad.


Rincón poético

        EL JUNCO

Es una letra a medio hacer,
un proyecto inconcluso.
El junco se doblega dócilmente
sobre sí mismo,
como en lacio descuido
la delicada mano femenina
que acicaló el pincel
de Leonardo, el pintor. La dejadez
con que su fino trazo
dice su vencimiento,
recuerda el abandono
inefable del sauce en la ribera.
Beben de un mismo río
los dos, como gemelos.
La elegancia del junco
y el llanto verde que entristece al sauce.
Un homenaje o cántico a dos voces
junto a la tranquilidad vital del río.
¿No es su caudal remedo de la vida?

(De La flor del almendro)

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