sábado, 15 de junio de 2013

Los juramentos y la falsedad

Un juramento falso apelando al testimonio de Dios, es una perniciosa mentira elevada a la enésima potencia.
Al judío se le enseñaba con la ley en la mano que había que depurar los juramentos, para evitar jurar en vano con el perverso propósito de falsear la verdad, poniendo a Dios por testigo. Jesús corta por lo sano: nunca jura en falso quien no jura, limitándose a decir escuetamente sí o no. ¿Para qué más? Fiémonos los unos de la veracidad ajena, sin necesidad de teatralizar lo que decimos con hipérboles ni gestos desaforados. La verdad es simple y clara. No necesita de ropajes barrocos.

Reflexión

Persecución cristiana en el mundo

Cristo sigue sangrando sobre nuestras cabezas.
Según refiere la agencia Zenit, el periodista Fernando de Haro, en su libro Cristianos y leones, hace una exposición muy pormenorizada de la persecución de los cristianos, calculados en unos 100.000, que pierden la vida por causa de su fe en diversos lugares del planeta, igualando las grandes persecuciones romanas de Diocleciano o del estalinismo del siglo XX, con casos fragantes como el de Asia Bibi, en prisión desde 2009, en Pakistán, por negarse a abjurar de su fe.
Es una verdadera tragedia la que sufre la Iglesia en cientos de miles de cristianos, en todo el mundo, hecho sobre el que los medios de comunicación suelen pasar como de puntillas.


Rincón poético













  SEQUEDAD

Hay veces quisiera
rezar y no puedo.
Parezco un aljibe
agrietado y seco.
Quiero hablarte, oh Dios,
mas no sé qué tengo,
que sólo hay ceniza
en mis sentimientos.
Tengo fe, mi Dios,
y esperanza, pero
no guarda el debido
rescoldo mi fuego.
Corazón que no ama,
es que ya se ha muerto.
El mío, dormido,
árbol en invierno,
espera de ti
un poco de aliento.
Sacúdeme entonces.
Quiero estar despierto.

(De La flor del almendro)

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