-Padre. Santificado sea tu nombre, dice en primer lugar. O sea, que te reconozcan todos como lo que eres, santo, y único Padre de todos, y que te veneren como tal.
-Venga a nosotros tu reino. Es decir, que tu soberanía sobre todas las cosas, sea tenida como tal por todos los hombres.
- Danos hoy el pan suficiente, a la manera como el soldado lleva en campaña el pan justo.
-Perdónanos, del mismo modo que quieres que lo hagamos nosotros con los demás, ya que el que no perdona no ama y no puede ser tuyo.
-Padre, no nos dejes caer en la tentación. La tentación de dejarte, la tentación de apartarme de tus deseos, de prescindir de ti.
El Padre nuestro de Lucas, más breve que el de Mateo, es más fiel a la circunstancia histórica concreta de esa enseñanza de Jesús, bien que hay quien apunta que existieron dos tradiciones paralelas, pertenecientes a la comunidad de Lucas y a la de Mateo. Jesús es Hijo de Dios por naturaleza divina; nosotros por adopción.
Reflexión
Jesús y Marta
En los evangelios, Jesús realiza prodigios que ni podían imaginar los que creían en el poder de su palabra. Marta se lamenta ante Jesús que de haber estado él presente, la enfermedad de Lázaro no hubiera seguido su curso hasta la muerte. Jesús le declara que él es resurrección y la vida. Puede, por tanto, dar la vida a quien ya no la tiene.
La vuelta de Lázaro a la vida divide a los que siguen a Jesús y a quienes, a despecho de su poder, no le creen. ¡El colmo!
Rincón poético
EN EL ÁMBITO DE LA POBREZA
No soy pobre del todo; lo confieso.
Si fuera pobre de verdad, tendría
prontas la manos
para pedir. Me da vergüenza
ser pobre; no tendría
rubor si fuera un pobre verdadero.
¿En qué punto preciso se comienza
a ser pobre? ¿En qué instante?
¿Qué situación define
nuestra pobreza? Tengo cosas vanas
de las que pedo prescindir. Nos bastan
muy poca cosas para reputarnos
pobres como era pobre Cristo,
serlo como el que pide en una iglesia,
o duerme en una acera
y come con las manos.
¿Puedo ser pobre como agreste
es la aspereza de unas zarzas,
o el sufrido soldado
sin más caudal que el de su bizarría?
Enséñame, Señor, pues tu lo fuiste,
a ser más pobre cada día.
(De A la sombra de un álamo)
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