Santiago apóstol es el patrono de todos los pueblos hispánicos. Patrono es el santo a quien se proclama como abogado ante Dios, a fin de obtener su mediación necesaria. Es el lado más utilitario de todo patronazgo. Pero, ante todo, los santos son sal de la tierra y luz de Cristo, que con su ejemplo nos invitan a vivir el evangelio de Cristo.
La tradición nos dice que, en época medieval, al identificarse sus restos en Compostela, la noticia del hallazgo cundió por todos toda Europa, y su fama empezó a atraer gente de todos los puntos de la tierra a España. Alejandro II, declarando el Año Santo Jacobeo, contribuyó a incrementar aún más la afluencia de peregrinos.
Los cristianos españoles lo proponen como adelantado de sus tropas, llevados por el temperamento impulsivo, hijo del trueno. Sabemos que, como Juan, era hijo de Zebedeo, pescador oriundo de Betsaida, a orillas del lago de Galilea, y que fue testigo excepcional de algunos hechos memorables de la vida de Jesús.
A su afán de desafiar al Sanedrín predicando a Cristo, aluden la colecta, la oración de las ofrendas y el prefacio, donde se dice que consagró la tarea de los demás apóstoles con su sangre, como primer apóstol que participa del cáliz redentor de Cristo con el testimonio de su sangre.
Es muy oportuna la carta de san Pablo, que recuerda que la función de todo apóstol es anunciar la gracia del Señor y llevar los hombres a la fe de Cristo. Nos conviene destacar la firmeza de su testimonio, que nos induzca a manifestar a Cristo con nuestras obras, y con nuestra vida, llegado el caso.
Reflexión
La hospitalidad y Jesús
La hospitalidad es un signo irrenunciable de nobleza cultural que ejercen los pueblos orientales. Recordad el salmo en que alguien perseguido, no sólo es acogido en una tienda del desierto, sino que es agasajado. Mi copa rebosa, reconoce agradecido por la exquisitez del trata recibido. Jesús, por amistad, suele ser atendido en Betania. Habría equivalido a responder con un desaire a las atenciones de servirle Marta a la mesa. Jesús simplemente está encomiando otros modo de conducta, como el que ha elegido María.
Rincón poético
INSENSIBILIDAD
Una piedra en monte
es insensible al fría de la noche
y al calor del verano;
el árbol ve a los hombres
pasar y es insensible
igualmente; la tierra del camino
hollada una y mil veces, no padece
tacones ni herraduras.
¿Que será que sofoca
en el alma los gritos angustiosos
de la pobreza, del dolor
que padecen los otros?
La compasión con que nos asemeja
Dios a su imagen, como a espejos
de su bondad, se apaga como vela
consumida. Padece entonces
la misma cruz donde murió la muerte,
cuando un soldado esgrime todavía
la lanza de Longinos en su mano.
¿Cómo poner un clavo en los latidos
del corazón del hombre?
¿Cómo habitar su sangre con espinas
que le hablen de la frente del Señor?
Llueve, Señor, sobre el rescoldo humano
del odio y de la guerra.
Aventa la ceniza de sus ojos,
que alcancen ver al hombre.
Haz de todos, Dos mío, que obtengamos
ser aprendices de tu amor.
(De A la sombra de un álamo)
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