Reflexión
Pobres a la fuerza
Nadie puede sentirse indiferente a la gravedad social que plantea una economía deprimida que multiplica por momentos el número de necesitados, hundidos en la inanición y la pobreza. Aplaudamos al menos los generosos esfuerzos de cuantos contribuyen a dar mayor cabida a los comedores para paliar el hambre de muchos, pero lamentemos que mientras tanto, aumente el número de ricos, esa especie adinerada que como setas venenosas proliferan en el muladar de la miseria.
UN PUÑADO DE TIERRA
Damos tanta importancia
a cosas de relieve, a lo que el hombre
ha encumbrado y valora,
su preferente estimación,
su complacencia, que olvidamos
cuánto puede decirnos simplemente
un puñado de tierra
cogida del camino, saturada
de desprecio, abatida
por su exclusión obscena, dolorida
de tanto pisotón.
Un puñado de tierra no es apenas
algo, no hay quien estime
su escaso valimiento;
su desamparo, su desasistencia;
tal vez, los pájaros lo escarben,
arañando su entraña,
raspándole los ojos embarrados,
hasta dar con el grano pordiosero
del sembrador, caído en el camino.
Francisco hubiera dicho, reparando
una ermita en Asís: A quien espléndido
me dé una piedra, a quien me dé
un puñado de tierra,
tendrá una recompensa,
una retribución, un acomodo
entre los brazos del amor de Dios.
(De La flor del almendro)
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